Relatos sobre hostilidad horizontal

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Estos relatos fueron escritos en chile y en Bolivia, cuando la autora era parte de organizaciones feministas autónomas y de redes de apoyo a luchas anticapitalistas, entre los años 2000 y 2013. En ese tiempo no conocía el concepto Hostilidad Horizontal, pero había vivenciado y contemplado varias de sus formas entre nosotras y nosotros mismos… El resarcimiento y homenaje es siempre para la víctima que da título al relato.

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(foto: puntada con hilo 2019, revuelta popular)

Lesiones Leves*

1. LA FRUSTRADA

Que estaba muy contenta por ella, le dijo su amiga. Muy pero muy contenta de que estuviera bien, enamorada y feliz.

Era bueno verla así de nuevo, iluminada. Igual se había sorprendido, le confesó: Ella pudo haber encontrado a otra… más… bonita por ejemplo… Es que la imaginaba con otra… Que cuando fuese -si es que ella iba a ponerse lesbiana- se la imaginaba otra cosa… Pero le dijo que no la malinterpretara, que no estaba siendo racista… ¡No, para nada! Es que se había hecho una idea distinta, sólo eso…

Encontraba que era bueno, muy bueno que ella tuviera este amor luego de lo mal que lo había pasado con el último tipo… “Es que los hombres… ¡Ay, los hombres!”. Era verdad eso de que “jamás aman como una lo necesita”. “¡Y te frustran, porque si no fuese así, entonces sería mejor tener a un hombre al lado!… ¿O no?”…

2. LA BISEXUAL

¿Venía ahora a dárselas de lesbiana o qué? Ellas sí que tenían trayectoria, procesos políticos en el cuerpo… ¡Y esta que venía saliendo del closet…! ¡Lesbiana encubierta!…

¡Canas al aire no es lo mismo que opciones lésbicas! Y además “ni closet ni ocho cuartos”, dijo otra, “si esta mina era hetero, andaba con hombres todo el tiempo y por eso va a volver a los hombres un día de estos, como todas las hetero que son así, maracas”…

“Las bisexuales no son de confiar”, dijo la primera. “¡Claro! Es que andan probando”, dijo la tercera, “poliamorosas, heterocuriosas”, dicen que son, “¡Ja!”.

3. LA MENTIROSA

¡Qué se habría imaginado esa mentirosa! Había estado casada y ahora era lesbiana. ¡Había dejado a un hombre bueno, tan bueno, dulce, tan dulce, atractivo también!… La suerte de las feas las bonitas la desean…

¡Traicionera igual que los hombres que se iban con maracas peliteñidas y escotadas en vez de quedarse con mujeres como ellas que desconocen la vanidad, consecuentes, que envejecen dignas con todas sus canas, que no mienten!

Y no había que confundirse, lo de ellas no era misoginia, ni machismo ni lesbofobia. No, era rebeldía y dignidad de mujeres libres.

Un día –cuando eran “amigas”- una de ellas le había dicho a la mujer que volvía de la playa con una trenza en su pelo teñido: “¡Qué vanidosa eres!”. La otra le había respondido con una sonrisa. ¿La muy tonta creía que era un piropo? ¡Y no! Le estaba explicando que las mujeres mienten con todos esos arreglos en su cuerpo y apariencia…

¡Y no era un juicio, era una lección de honestidad!

4. LA NUEVA

– ¡Esta es tu nueva novia!

– ¡Cada vez cambias de chica, oye! ¡Qué cholera!

– ¡Hermana! ¡Qué dices!…

La nueva novia está ahí… Hablan de ella como si no estuviera. ¿Qué hace acá? ¿Qué quiere acá? ¡No es de acá!

5. LA OTRA

Viene una changa desde otro país y dice que nos quiere conocer, que le interesa el movimiento. Ya sé que vos no estás de acuerdo… pero creo que debes estar presente, le dijo la líder que, de paso, era su novia también. Ella se negó, necia y resentida como era, se negó.

Llegó la “changa” de afuera, le llamaron “hermana”. Se juntaron y hablaron. Una noche salieron de fiesta. La líder se emborrachó y como era su costumbre, gritó, insultó, le dijo a ella que “era una traicionera”, “de derecha” porque no había querido entrar al movimiento… en fin, y por mucho más.

La changa de afuera, a la que ellas llamaron “hermana”, lo contempló todo. Incluso cuando la líder intentó ahorcar al taxista que las llevaba porque dijo que la había mirado a ella. La escena fue sórdida.

La changa “de afuera”, “la hermana” que quería entrar al movimiento no dijo nada de nada.

Era lo que siempre pasaba. Ella lo había comprobado. Por más machismo que desplegaba la líder, todas callaban, venían de Europa a buscar exotismo, la líder se dejaba y cuando hacía sus barrabasadas, todas y todos se hacían los locos, los ciegos, sordos y mudos. Así no más era y la otra tenía que aprenderlo.

6. LA EX

Era la ex, sólo eso. Se la veía pálida. En algún momento la oyó comentar que estaba “desarmada, destruida, sin fuerzas”, y se regocijó. Cabellos lacios, boca cerrada. Estaba distinta. Ya escasamente se advertía a aquella que antes hablaba cuando nadie se lo pedía. Ya nada quedaba de la que parecía más joven de lo que era y bailaba como si lo fuese. El grupo la ignoraba, excepto alguna despistada que le habló. La vio de reojo, aislada y silenciosa, y se sintió complacida.

Al principio le habían entusiasmado sus ironías, sus salidas, su estilo. Hubiera querido ser ella, pero ya no la necesitaba, había aprendido… Ahora se peinaba como ella, se vestía como ella, llevaba de los mismos guantes y las mismas blusas… Lo había logrado.

Es que la ex, mucho hablaba, criticaba, se negaba y ella había llegado a odiar a esa sabelotodo. Le enfurecía si alguien la reforzaba. Le retorcía el resentimiento cuando la líder la protegía… Pero ya no iba a pasar más, ahora era sólo la ex, se veía que no había vuelta atrás: ¡La ex ya estaba fuera de juego!

7. LA TONTA

Todas contra aquella “tonta”.

Así había sido la cosa. La energía se había ido reproduciendo de una en una. Las ganas de arrinconarla habían ido fluyendo así… naturalmente. Ella hablaba y todas se miraban burlonas. Ella hacía algo y todas la ignoraban. Ella preguntaba y ninguna respondía….

El regocijo de torturarla recorría los cuerpos de todas esas “compañeras”, de todas esas “hermanas”. Ella titubeaba a cada momento más y más… Ya sólo decía lugares comunes o monosílabos.

El día en que se juntaron para pintar un cartel por los Derechos Humanos se había transformado en la ocasión perfecta para mostrarle, entre todas, su desprecio por ser una tonta.

Ella salió de ahí cabizbaja y revolcada, y caminó mordiéndose los labios para no llorar a gritos.

8. LA NADIE

Se río la compañera, que todavía se acordaba de su propia ingenuidad cuando la conoció. Le había ido a hacer una entrevista y luego se quedaron hablando varias horas. Sí, todavía se acordaba. ¡Lo fascinada que había quedado con su discurso! Que en ese tiempo era su heroína… ¡Qué chistoso! Es que en ese tiempo todavía no conocía a la líder del movimiento. ¡Y gracias a ella, a esa conversación que tuvieron, había llegado a la líder! Sí, todavía se acordaba de ese tiempo y de su propia ingenuidad…

Es que la líder era la líder. Que no se ofendiera, pero es que el movimiento es un bien mayor y no cualquiera puede liderarlo… Cómo explicarlo… Es que existen en el Movimiento, naturalmente, algo así como escalones de validez… ¿entiendes?

9. LA MALEDUCADA

Después de la marcha se fueron a tomar un vino. Ella cargaba los lienzos. Sus compañeras venían más atrás. Una chica que había llegado al mitin ese día caminaba a su lado. Estaba recién graduada de socióloga, según contó. El niño corría adelante:

– Yo conocí a tu hijo hace años.

– ¿Ah, sí? – le respondió ella despreocupada.

– Sí. Una vez lo llevó Jaime…Tú ya no estás con

él ¿no?…

Ella la miró directo a los ojos: “No, ya no. ¿Por qué?”.

– Sólo preguntaba… nada más eso…

Siguieron caminando por la Alameda en un silencio corrompido por lo que faltaba por decir…

– Es que yo salí con él algunas veces, hace como

un año y medio, y una de esas veces él me llevó a su hijo… O sea, al hijo de ustedes dos…

Ella, maleducada como siempre, se adelantó en silencio sin mirarla ni responder. Hacía sólo un año que se había separado del padre de su hijo por las humillaciones y esta era una más que había llegado en boca de la chica recién graduada de socióloga…

10. LA PIEDRA EN EL ZAPATO

No la querían, pero no sabían cómo justificarlo. En primer lugar, eran comunistas y no podían despreciar a la gente así, sólo porque era más pobre, más morena, más ignorante o más tonta… Lo peor es que era justo lo que sentían y podían decirlo en situaciones especiales, delante de gente que los entendía, amigos de la misma calaña. Por ejemplo, decir: “Es que ella tiene poco mundo”. O decir: “La pobre es muy fea”…

Pero esto era distinto. Acá no se podía ir directo así. Ella no era fea, tampoco bella, una tipa común. No era tonta, tampoco brillante, una mediocre. Pero sobre todo, ella era una piedra en el zapato. Antes no los molestaba, aunque cuando los visitaba, siempre terminaban mostrándole su desprecio con ofensas diplomáticas: “Pecas de fundamentalismo porque no entiendes”. Ella, parece que se había cansado de eso y ya no les visitaba. Pero ahora era peor, escribía públicamente cosas que los desprestigiaba, decía ideas que los desenmascaraba a ellos, a su partido… y lo que hacía -todo lo que hacía- los retaba a verse… ¡Cuánto la despreciaban! Pero no podían decirlo.

11. LAS INTRUSAS

A su sobrina sí que la habían hecho sufrir en el colegio. Las otras niñas le hacían el vacío… Envidia, crueldad de gente con valores de mierda. Las otras eran unas niñas agresoras, torturadoras, desdeñosas, despreciativas…

Una de las mujeres que estaba con su hija, intervino para darle la razón a la relatora y contarle que a ella y a su niña les había pasado lo mismo en el colegio anterior… “¡Sí, mamá! ¿Te acuerdas lo que lloré?”, dijo la niña.

Todas, incluso la relatora, callaron y miraron a la niña. A la mujer no la habían tomado en cuenta, pero la voz chillona de la niña había dejado un eco. La relatora trató de ignorarlo porque lo que estaba contando era de ella, le había pasado a ella y no a la otra. Y la otra venía a interrumpirla para colgarse de su relato.

Arrugó el ceño, miró a las demás en señal de molestia y se dispuso a seguir hablando. La niña -que en ese momento había ido a la cocina- gritó: “¡Acá hay una naranja! ¿Me la puedo comer, mamá?”…

La amiga más cercana de la relatora le respondió alzando la voz: “¡No se puede porque a la que tienes que pedirle permiso es la dueña de casa y no a tu mamá!”… La mocosa tenía que ubicarse, esa casa en la playa no era de ella. Su madre y la mocosa eran sólo unas intrusas que ni siquiera habían comprado el pan ese día.

12. LA APARECIDA

¿Qué se creía esa aparecida? Sus argumentos eran la cantinela de siempre: que la clase, que la etnia, que el neoliberalismo. Cosas que había aprendido en movimientos masculinistas. No había “profundidad” en su discurso y hablaba con ese desplante como si fuera igual a ellas. ¡No tenía un nombre y llegaba acá hablando de política como si supiera, como si pudiera, como si tuviera derecho!…

No se lo dijo así la líder, pero tampoco se lo mandó a decir con nadie: Que ella sí tenía un curriculum, una trayectoria, libros, Teoría que había parido a este movimiento y no iba a aceptar que una aparecida le viniera a decir otra cosa.

13. LA ATREVIDA

Le habían dejado bien claros los límites. Ella no era originaria, que no se creyera, si solamente se había disfrazado y se había metido en esas huelgas de hambre, para mostrarse, para protagonizar, porque era lo que buscaba. ¡Y no iban a dejarla protagonizar nada! Acá nadie podía sobresalir. Acá todos eran iguales. La Comunidad, eso, todos iguales. Nada de protagonismos ni estrellatos. Ella no podía andar dando luchas ajenas. Esos eran los límites. Se iba de la organización y que se llevara a su guacho. Que no se lo decían por machismo si no porque ya estaban cansados de cuidárselo, de mirarlo cuando lloraba, de alimentarlo mientras ella andaba dándoselas de “estrella indígena”…

¿Que por qué Ramiro, el dirigente, podía hablar y ella no? ¡Cómo se atrevía a preguntar! ¡Porque Ramiro era un luchador heroico, un patriota de verdad, un líder!… No como ella, “una loca atrevida”.

foto calles de Santiago-chile

*Estos relatos fueron escritos en chile y en Bolivia, cuando la autora era parte de organizaciones feministas autónomas y de redes de apoyo a luchas anticapitalistas, entre los años 2000 y 2013. En ese tiempo no conocía el concepto Hostilidad Horizontal, pero había vivenciado y contemplado varias de sus formas entre nosotras y nosotros mismos… El resarcimiento y homenaje es siempre para la víctima que da título al relato

Fuente: Extracto del capítulo “Lesiones Leves” en el libro “Bordelain. Relatos desde un feminismo lesbiano y resentido” victoria aldunate morales, 2ª Ed. Santiago de Chile por Subalterna Ediciones 2023

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