La dinamitada
La dinamitada
En Memoria de María Loreto Castillo Muñoz
Para las creadoras doloridas, ella volaba hacia las estrellas.
La encontraron en fragmentos. Un dedo la identificó.
No la acribillaron como a tanta otra gente… A ella la amarraron a un poste de alta tensión en Pudahuel, se aseguraron de que detonara y le hicieron estallar una bomba en el cuerpo. Eliminaban el cuerpo “subversivo”, desechable, de una pobladora rebelde.
El Mercurio confirmó el montaje: la mujer “iba a volar la torre de alta tensión porque era terrorista”. La periodista que denunció la falsedad debió escapar del país en represión.
A Loreto, la habían secuestrado, vendado la vista, la habían metido en un vehículo, torturado y vejado. La habían llevado al Cuartel Borgoño, al Cerro San Cristóbal, luego, en la madrugada, a Pudahuel.
Simpatizaba con el MIR, su pareja Héctor Muñoz Morales era militante. Los interceptaron cuando volvían juntos a su casa la noche anterior. Héctor sobrevivió, los explosivos para él no funcionaron. Escapó, denunció y dio una conferencia revelando la verdad.
La Central Nacional de Informaciones (CNI), aparato “antisubversivo” de la Dictadura y la Dere$ha $hilena, los había secuestrado, y Héctor la vio con vida por última vez en el Cerro San Cristóbal. Luego nunca más.
A él habían seguido torturándolo allí hasta casi matarlo, a ella no la dejaron vivir.
Ese mismo día y como otra parte de la perversidad planificada, fue detenido y acribillado otro mirista, amigo de Héctor, Jorge Muñoz Navarro, cerca de una torre de Alta tensión de Renca.
Es “sólo” segmentos de los planes de una burguesía siniestra que mata y dio un golpe para eliminar a un pueblo que le amenazaba con arrebatarle lo único que le importa: su plata.
Ella tenía 29 años y 3 niños, se ganaba la vida lavando ropa ajena y estudiaba costura en las noches. El 18 de mayo de 1984 fue encontrada dinamitada, el 17 en la noche la habían detenido… Una semana antes había sido la octava protesta nacional con aires de insurrección popular.
Cuatro criminales la hicieron estallar. Se supo solo 30 años más tarde: Roberto Schmied Zanzi, Jorge Andrade Gómez, Javier Orellana Seguel y Luis Arturo Sanhueza Ross.
Las arpilleristas, la dejaron plasmada en su costura, su dolor y su arte. Hay una arpillera que se llama “la dinamitada” y es el cuerpo que va a encontrarse con las estrellas.
(victoria aldunate morales, La Dinamitada para no olvidar ni perdonar, 2021)