Si eliminan la Violencia Contra las Mujeres, se autodestruyen…*
La Violencia contra las Mujeres es permitida, aunque esos estados e instituciones digan que tienen políticas de género e incluso si nos entregan un relato “feminista”. Los pactos patriarcales siguen siendo metaestables, susceptibles de transformarse continuamente para adaptarse y existir sin alterar en lo estructural sus formas de dominación. Como dice Hanna Arendt, la Violencia no es la interrupción de la Historia, es la Historia, y siempre tiene nuevos dispositivos como todas aquellas oficinas, privadas o públicas, que actualmente no se hacen responsables de nada de lo que sucede a las mismas ciudadanas a las que acuden en etapas eleccionarias.
En memoria de Ruth Rojas que luchó hasta desfallecer, contra la impunidad
“En el patriarcado, la mujer puede llegar, como máximo, al grado de sujeto bajo vigilancia de la masculinidad” (Carla Lonzi 1970)[1].
El machismo es solo un síntoma de la desigualdad en la diferencia. La violencia contra las mujeres es estructural, lo que no es igual a universal. No opera de manera idéntica en todos los territorios, en todas las clases sociales, en todas las instituciones ni en todas las familias. Sin embargo, sí estructura las sociedades de casi todo el planeta.
Atraviesa órdenes y tiempos históricos, saberes y prácticas. Es un modo de operar “fractal”[2] porque repite el mismo patrón, de manera irregular, a diferentes escalas y con diferente orientación. También le podemos nombrar “aprendizaje” fractal. Enseña y entrena la violencia contra las mujeres en sus corporalidades y sensibilidades, en su imagen y símbolos, aplicando el mismo patrón irregular. Los agresores pueden ser individuales o grupales y son entrenados en la calle, por los medios de comunicación, por medio de la familia, con dichos y tradiciones (y en muchos otros sentidos) a ver a las mujeres y a las niñas como seres utilizables, burlables, prescindibles y re-cambiables. Así se logra someternos a las humanas a los roles que llaman “de mujeres” y “femeninos” en lo sexual, doméstico, público.
La Violencia contra las Mujeres extiende sus prácticas a otros cuerpos, pero el origen del aprendizaje fractal patriarcal en humanos, es la Violencia contra las Mujeres. Se identifica a otras personas y a otros seres con las mismas prácticas de Violencia Patriarcal que se ejercitan en las humanas constantemente. A todo ser, humano y animal, que se busque dominar y controlar, se le aplica estas formas de violencia, desde las físicas, sexuales, hasta las de abuso emocional y crimen.
La Violencia contra las Mujeres opera a nivel local, nacional e internacional
Los cuerpos de las humanas son un botín sistemático a través de la historia de todos los territorios: Las mujeres y niñas se intercambian. Este intercambio, lo inauguran las sociedades y comunidades patriarcales con el intercambio y apropiación de los animales, práctica que persiste y se sigue ocupando contra las mujeres en la Trata, las guerras y ocupaciones.
Antes de la familia fue famulus[3], lo que era igual a “patrimonio doméstico”, esclavos y sirvientes de un hombre con poder. Entre los sometidos como especies de su patrimonio principalmente se contaban las mujeres y niñas, generalmente botín de guerras, entregadas por pobreza y hambre, secuestradas. Esas eran las famulus-familia de los hombres poderosos, enriquecidos y de los vencedores.
En el fenómeno político de la Violencia contra las Mujeres, se coordinan tantas opresiones como las que se inventen en cada tiempo y lugar por diversos agresores individuales o grupales.
“Recambio”
Unas vidas, unas inteligencias, un tipo de estatus, tienen más valor que otros para diversas funciones. Se necesita mujeres para la Familia, pero si algunas o muchas no se someten, se puede prescindir de ellas, re-cambiarlas.
La misma operación política adoptan los movimientos sociales por diversos motivos políticos en sus metodologías de hostilidad, invisibilización y cancelación de algunos miembros e integrantes y de las propuestas y actuaciones de aquellas[4]. Pero el “recambio generacional”, antes que en el mundo público, ha operado por siglos en la vida íntima y matrimonial, especialmente en la matriz heterosexual, con las esposas avejentadas, rebeldes o inadecuadas. Se deshecha lo que ya fue usado y desgastado, y se busca otro objeto para las funciones que cumplía la primera.
Hay vidas prescindibles de mujeres, las viejas, las discapacitadas, las enfermas, las locas… Hay mujeres que valen más, muertas que vivas para los agresores individuales y las familias agresoras. Se mata a las mujeres, pero también se les deja morir, no se les cuida. Tampoco se les reconoce su sostenimiento de la familia y cuando ellas lo subrayan, les califican de vanidosas o quejonas. Te quejai por todo, es un regaño que oímos hace siglos las mujeres, esposas, hijas, abuelas. Las canciones populares lo sugieren y dicen directamente que sería “sin razón”, una especie de maldad o neurosis colectiva, que afectaría mayormente a mujeres. Así, la violencia de agresores individuales o particulares, nos puede controlar sin si quiera tocarnos, con el miedo, la amenaza, la burla, la culpa. La denigración -por ejemplo- es una forma sistemática que puede ser tan inmovilizadora como cualquier otra agresión.
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Se trata de un texto que describe algunas formas de violencia estructural, revisa algunos lenguajes postmodernos neoliberales de manera crítica, puntualiza en las acciones institucionales que lejos de eliminar la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, la utilizan para sus fines políticos; también enuncia prácticas con las que debate, que sostienen formas de violencia en los movimientos sociales que habitamos y traduce algunas propuestas.
Nota: (Solicitamos a las compañeras que lean este documento y asuman algunas de estas ideas, citar la fuente, con ello reforzarán la posibilidad de encuentro honesto y horizontal entre compañeras).
Referencias de este extracto del documento:
[1] Carla Lonzi, Escupamos sobre Hegel, Ed. Tinta Limón, Buenos Aires 2017.
[2] Los fractales en geometría tendrían una estructura básica irregular y se irían repitiendo a diferentes escalas. Los sistemas vivos se ramifican así, se repiten así, aunque aparezcan fragmentados y aparentemente desvinculados. En latín fractus significa fracturado, roto, irregular. Los sistemas vivos pueden evolucionar.
[4] En este empeño puede llegarse a borrar genealogías y elaboraciones, omitiendo y dejando un vacío en la memoria política. Un buen ejemplo de esto es el feminismo que en el relato postmoderno actual es nombrado “los feminismos” y que en las imágenes dominantes de América Latina, ya parece ni siquiera haber surgido de anales colectivos y políticos creados y fundados por mujeres de diversos territorios en autodefensa y confrontación de las opresiones patriarcales. Los feminimos ya, parece una creación novísima de nuevas olas universitarias y recambiadas.