«Durante 15 años de encontrarnos, ha recorrido mucha agua bajo el puente. El feminismo de los inicios de los 80 contaba con genealogía conocida, con saberes teóricos y prácticos orientados a la destrucción del patriarcado y a la reconstrucción de otro orden. La Autonomía, la autoconciencia y lo personal como político vertían luces para la revolución de la vida cotidiana, y con matices en sus experiencias, el carácter transgresor caracterizaba la epopeya de las mujeres. Eran aun tiempos de esperanzas y certidumbres que se traducían en haceres.
Estos tiempos tienen otro panorama. Dentro del movimiento feminista se ha instalado y crecido una tendencia que repite de alguna manera otras rutas fallidas. Las de instalarse en el sistema para que con la ciudadanía se opte a funciones de decisión dentro del poder patriarcal, sus instituciones, y desde allí mejorar la condición de las mujeres, visibilizar a las mismas a través del empoderamiento. Son haceres políticos demandantes del Estado de un conjunto de reivindicaciones emancipatorias para nuestro género. En este feminismo hay también una lucha social contra la discriminación a las mujeres, pero su horizonte de lograr lo posible, lo coloca a mi manera de ver, en un conformismo y limamiento de la rebeldía, perdiendo la capacidad de propuesta de cambio que el feminismo ha planteado y que lo diferencia de otros movimientos políticos y filosóficos que anulan la cultura dicotómica, la guerra, la violencia y la muerte, para finalmente refrescar al sistema»…
(Elizabeth Alvarez, feminista de Guatemala)
(Realización de Telemanita, video del encuentro feminista realizado en Chile en el año de 1996 que fue sumamente importante para el movimiento feminista. En este encuentro se explicitaron las grandes diferencias entre autonomía política feminista y la corriente institucional-institucionalizadora. )