La hipocresía del feminismo institucional

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Decir NUNCA MÁS es contradictorio, o extremadamente simbólico para las condiciones posdictatoriales que conforman las vidas cotidianas de la mayoría en este territorio en prenda llamado Chile. Es invocar nuevamente el conocido slógan en pos de la una forzada reconciliación, impuesta por el poder.

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NUNCA MÁS LA HIPOCRESÍA DEL “NUNCA MÁS”

X Mafe, Radio Humedales

A 50 años del Golpe cívico militar en Chile, algunas voces del feminismo institucional convocan a una performance sobre memoria: Una gran cadena humana de mujeres abrazará todo el perímetro de la Moneda con un cartel colgando de sus cuellos, que dice NUNCA MÁS.

La emotividad de la convocatoria no se puede negar. La figura de las mujeres rodeando, acordonando, cuidando el edificio de gobierno, declarando un “NUNCA MÁS” tan enrabiado como contradictorio.

Desde la memoria histórica del feminismo autónomo como lugar para acoger esta convocatoria, hacen mucho ruido las contradicciones del NUNCA MÁS como exigencia… ¿Cómo que NUNCA MÁS? Si la dictadura no se cristalizó en el bombardeo a la Moneda, ni en los 17 interminables años del totalitarismo explícito de Pinochet tomándose todo el país! Justamente, este período, corresponde a la instalación -con brutal fijeza- de un modelo económico y político nada menos que delincuencial en lo económico, y criminal en lo humano.

Decir NUNCA MÁS es contradictorio, o extremadamente simbólico para las condiciones posdictatoriales que conforman las vidas cotidianas de la mayoría en este territorio en prenda llamado Chile. Es invocar nuevamente el conocido slógan en pos de la una forzada reconciliación, impuesta por el poder. También en Latinoamérica, Nunca Más fue el título del informe de Detenidos Desaparecidos en Argentina, que registró 8961 víctimas de desaparición forzada, cuando las y los sobrevivientes contabilizaron alrededor de 30 mil. Mismo título, por cierto, que utilizaron en Brasil para un insatisfactorio informe de similares intenciones apaciguadoras de la legítima y digna rabia de familiares y sobrevivientes.

Para que digamos nunca más, debe haber justicia! Hay demasiadas heridas abiertas, demasiados desaparecidos y desaparecidas, presos políticos, víctimas de crímenes de lesa humanidad sin reparación, ni verdad, ni justicia.

Posdictadura no es democracia, porque la impunidad como institución sostenedora del régimen posdictatorial que vivimos desde finales de los 80, ha sembrado las condiciones para la repetición del horror dictatorial, consolidando el continuo de violencia fascista de la dictadura, hasta el colmo de la mutilación sistemática y generalizada, asesinatos y crímenes de lesa humanidad contra miles de personas durante la Revuelta Social entre el 2018 e inicios del 2020.

Decir NUNCA MÁS es hacer como que no vemos la IMPUNIDAD como principal mecanismo, como institución garante del pinochetismo como ideología siempre flotante, y peligrosamente re-empoderada durante el último tiempo marcado, por las narrativas negacionistas emergentes del poder.

Decir NUNCA MÁS, sugiere una performatividad que nos duele, a 7 años del femicidio empresarial de Macarena Valdés en Tranguil, frente a su pequeño hijo. Decir NUNCA MÁS hace parecer como si no estuviéramos viendo las leyes fascistas como Nain Retamal, que protege a los pacos que disparan; y que disparan directamente a los colectivos que se organizan, que protestan, que reivindican sus territorios. Es no reconocer que en la actualidad el gobierno sigue subastando la tierra y el agua sin respeto ni tregua para los pueblos que la defienden; fortaleciendo el mismo sistema económico instaurado con sangre y tortura por la dictadura civico militar iniciada en el 73.

NUNCA MÁS estemos disponibles las mujeres para lavarle la imagen, la cara y las manos ensangrentadas al Estado de Chile que NUNCA reparó, NUNCA hizo justicia, NUNCA buscó la verdad. Y que menos o más sonrientemente -de acuerdo al color político que distinga “sus diferentes tonos y turnos de derecha”-  sólo ha sostenido la continuidad de una idea de país que establecieron a partir del día en que nos bombardearon.

Es clave que estemos atentas ante el romanticismo que propone la era Boric  a 50 años, una era ambivalente cuando no esquizofrenizante, que, a todas luces y detrás de toda performance, busca instalar la idea de que el pinochetismo “ya pasó”.          

NI PERDÓN NI OLVIDO, NUNCA MÁS la hipocresía del NUNCA MÁS