«Como disidencia, lesbiana, camiona, no me ha tocado fácil…»
La vida no es fácil, sobre todo cómo disidencia, lesbiana, camiona, no me ha tocado fácil...
La vida no es fácil, sobre todo cómo disidencia, lesbiana, camiona, no me ha tocado fácil...
Es más allá de los DDHH, más profundo. Es el sostenimiento de un colonialismo refuncionalizado, el mismo que vino hace más de 500 años a destruirlo todo. Todas nuestras maneras comunitarias y afectivas, para entregarnos a las mujeres y a todas las personas invadidas, al capitalismo.
Esta película no es sobre que los hombres no cooperan en la casa y por eso pierden a sus esposas (otra idea absurda de críticos de cine algo femilistos), es sobre la asfixiante maternidad que a su vez asfixia a las demás.
La violencia es un ejercicio de poder y sometimiento. Pretende escarmentarnos y si no lo logra, eliminarnos. Es dominación. Quien niega su violencia no puede transformar sus prácticas, es más, las entiende como legítimas, especialmente si su entorno guarda silencio, le aplaude e ignora sus agresiones. La violencia patriarcal no es un problema individual.
Es más, hay una molestia particular y hasta terror hacia la lesbiana visible que parece “empobrecida”. Esa es la que desagrada. En claves occidentales, ni es artista ni es “exótica”. Pero si la misma tuviese una piel más “luminosa”, si estuviese en un decorado territorial más similar a barrios altos, si tuviese detalles estéticos con pinta de sector acomodado, si hablara con una fonética de “gente educada”, sería “presentable”.
Ayer me quedé entre enojada y no se explicar el sentimiento, al verla en la feria de libro en el atrio de la Umsa. Vendía los libros de María Galindo, de Victoria Aldunate (“La chica corazon de ruedas” y “Maliciosas, Marimachas, Militantes, Maracas y malditas”), de Adriana Guzman en co-autoría con Julieta Paredes “El Tejido de la Rebeldía y el Desafío de la Despatriarcalización”, reflexión colectiva del feminismo comunitario...
Lo había denunciado políticamente en poemas, cuentos, artículos y talleres, desde otras perspectivas y desde hace años (siempre escuchó la que quiso escuchar).Sería bueno hablar por fin, políticamente, de nosotras, oprimidas-opresoras, nada de pureza, todo de memoria; de nuestros narcisismos colectivos y sociales que distorsionan percepciones y producen dolor con discursos que pisotean las vivencias.
Pareciera que ahí el ego que todas tenemos, que a veces nos ha sostenido y que es parte de la construcción del ser, se desata, se ilimita. No hablo del “Ego” con moralismos, me preocupa cuando traspasa los límites del daño.
Julieta Paredes inició hace meses una causa penal por difamación y delitos de honor contra Jimena Tejerina, Diana Vargas y Adriana Guzmán (por haber dicho que vende libros de mujeres que ha violentado).
EN ESTE CASO SON CARTAS EN JUNIO 2021 AL MAGISTER EN PSICOLOGÍA COMUNITARIA Y LAS CÁTEDRAS PSICOLOGÍAS SOCIALES CRÍTICAS Y FEMINISMOS DE LA U. DE CHILE, PERO PODRÍA SER A TODAS LAS UNIVERSIDES Y/O PARTIDOS POLÍTICOS QUE DECIDEN IGNORAR DENUNCIAS DE SUBALTERNAS Y AUTÓNOMAS...