JUAN RICO LOBOS ES CONDENADO PORQUE LA VÍCTIMA LOGRÓ ESA JUSTICIA*
Debió lidiar con que parte de su entorno le dijera que estaba siendo «exagerado» lo que estaba sintiendo después de tantos años, que si no había denunciado entonces, qué caso tenía hacetlo ahora y pasar por todo esto. Se sostuvo económicamente con trabajo doméstico, cosechando y vendiendo las papas de su campo, haciendo cremas naturales con lawenes de su territorio. Estuvo ansiosa, nerviosa, contenta. Se reconoció cariñosa, bonita, mujer de palabra, respetable, mapuche, bondadosa. Defendió su tesis y logró su título.

«La Estrella» vino a confirmar sus decisiones
X puntada con hilo
Si la justicia chilena estuviese realmente interesada en «una vida sin violencia para las mujeres y niñas», actuaría rápida y no sometería a las víctimas a repetidas declaraciones. En este caso, es la víctima con el apoyo solidario de hermanas, compañeras y comunidades, quien sostuvo un proceso judicial que duró más de año y medio, hasta que pudo surgir fortalecida desde su aprendizaje para creer en sí misma y en las demás.
La víctima, una joven de 25 años, a inicios del año 2023 se atrevió a denunciar a JUAN ALVARO RICO LOBOS, quien 12 años antes, siendo ella una alumna en el Liceo en que él trabajaba en un puesto pedagógico, la había abusado sexualmente.
Este violador fue condenado en Julio 2024 por el Tribunal de Juicio Oral en Lo Penal de Temuco (Wallmapu), a cumplir 15 años y un día de presidio efectivo “como autor de los delitos de abuso sexual infantil y violación infantil en carácter reiterado”, cometidos por él en contra de la víctima a sus 13 años en un Liceo de Puerto Saavedra.
RICO LOBOS, el agresor sexual, era “asistente de la educación” y “quedó inhabilitado de por vida para ejercer cargos, empleos, oficios y profesiones en ámbitos educacionales o que involucren una relación directa y habitual con personas menores de edad”, según lo transmitido por dicho Tribunal.
Estamos seguras de que sus víctimas son muchas más, y esperamos que aquellas, se sientan –al menos en parte- reparadas en este daño que no surge solo del sujeto condenado, sino de toda una sociedad que lo observa, pero calla, y que no obstante las actuales declaraciones de respeto a las mujeres, lo permite, lo normaliza y es capaz de culpar a las víctimas del daño del depredador.
Este depredador sexual, como otros, no es “un loco ni un enfermo”, si no un hombre que ejerce su masculinidad violenta apropiándose de los cuerpos de sus víctimas porque le es permitido.
Ni las mujeres, ni las niñas, ni ninguna víctima (ni las organizaciones que no damos abasto para acompañar), somos culpables y/o responsables de la impunidad. El culpable estructural es un sistema político racista, capitalista y patriarcal que sostiene un silencio cómplice y criminal.

Acompañamiento feminista
La Red de Terapeutas Tierra y Territorio acompañó a esta consultante más de un año. Fue derivada a nosotras por sus lamngenes de una comunidad vecina, en parte familia y en parte amigas y compañeras, quienes también son compañeras nuestras desde la huelga de hambre de más de 100 días de la Chepa durante el gobierno de Bachelet I. Buscaron juntas una abogada que la acompañó, pero también estimaron que ella necesitaba ser escuchada y atendida por alguien que facilitara su reencuentro consigo misma.
La joven compañera, manifestaba «miedo a equivocarse» y mucha culpa. Sentía a menudo que «las cosas» que le habían sucedido, habían pasado porque -tal vez- había algo en ella que la exponía a aquello. Sentía inseguridad ante la posibilidad de desarrollar y defender su tesis de titulación en una profesión terapéutica. Había sido abusada sexualmente siendo una niña por una figura adulta y de autoridad del Liceo donde esteudiaba, y no podía dejar atrás, «nada más así, como si no hubiese sucedido nunca», lo que ahora sentía como burla y humillación, y en ese tiempo había vivido tan confundida, desorientada y muy asustada por lo que dirían su madre y su padre, los demás profesores, sus compañeras y compañeros de colegio.
Decidió no estar presente en las audiencias, sentía que lloraría que no sería «fuerte» como imaginaba que debía ser. Sintió asco, traición, alivio. Esperó en su casa, en el campo, los resultados de cada audiencia.
Debió lidiar con que parte de su entorno le dijera que era «exagerado» lo que seguía sintiendo después de tantos años, que si no había denunciado entonces, qué caso tenía hacetlo ahora y pasar por todo esto… Se sostuvo económicamente con trabajo doméstico, cosechando y vendiendo las papas de su campo, haciendo cremas naturales con lawenes de su territorio. Estuvo ansiosa, nerviosa, contenta. Se reconoció cariñosa, bonita, mujer de palabra, respetable, mapuche, bondadosa. Defendió su tesis y fue aprobada, logrando así traspasar una barrera que ella creía, sería imposible por las sensaciones de inseguridad que acudían a ella cuando más dolor sentía.
Nos volvimos a encontrar con ella y sus lamngenes en un taller de tarot y reiki este marzo 2025. En ese taller tiramos cartas y hablamos acerca de la violencia contra las mujeres y las niñas, sobre el patriarcado y el Estado $hileno represor contra el pueblo mapuche. Cartas como «La Estrella» (XVII arcano mayor) y «La Justicia» vinieron a confirmar su emerger y su calma después de la tormenta, que todo lo que hacemos y todo lo que hacen ellos, los agresores de mujeres y niñas, se devuelve de alguna manera, y que el hilo de vida que ha tejido la araña, esa ancestra abuela en el mito prepatriarcal de las hopi, sí tiene un equilibrio… Nos queda aún abierta la carta de «El Hierofante», pues no por una condena, el patriarcado ha caído, lo sabemos nosotras, ella lo sabe y su comunidad también.

* Esta nota fue escrita con el consentimiento de la consultante.