Sí, el «enemigo» también está adentro
Tengo datos y memorias de que, en la década de los ochentas, por ejemplo, aquellas que sí recibían sueldos institucionales acusaban de enriquecerse a costa del movimiento a las que se movían desde la autonomía. Sin embargo, el paso del tiempo y la falta visible de esa riqueza de la que “acusaban” dejó de ser herramienta de descrédito.
Luego, usaron el prejuicio respecto a los padecimientos de la salud mental para tratar de ensuciar el aporte de otras mujeres. Por ejemplo, todavía, a mí me tocó que cuando conocí a una de mis maestras feministas de vida, una mujer adulta mayor, alguien que me vio cerca de ella, acudió a contarme, como se cuentan estos chismes –en voz baja- que tuviera cuidado, que mi maestra había estado en tratamiento psiquiátrico.
X Patricia Karina Vergara Sánchez/verano 2020
(Algunas ideas para pensar el acoso moral en contextos feministas y espacios de mujeres)
No sólo en el feminismo pasa. En el movimiento sindical, en el magisterial, en el campesino, en el antirracista, en la mexicayolotl… Sé de un caso que terminó en exilio de un continente a otro, debe haber muchos casos, entre los cristianos. Señalo esto, antes de que comiencen los ojos miserables a opinar: “ya ven como las mujeres, ya ven cómo las feministas…”
Yo me ocuparé aquí, principalmente, de ejemplos en espacios feministas, porque son los que conozco más cercanamente, pero afirmo que es una constante en distintos ámbitos.
Entonces, digo en forma explícita que escribo ejemplos de lo que sucede en el feminismo, pero aplican para distintos movimientos y organizaciones.
Las motivaciones de este tipo de acoso moral son complejas.
*El primero, el más evidente pero que un cierto temor generalizado impide señalar:
Hay mujeres y hombres agentes del Estado y de distintos intereses económicos (proxenetas, industrias farmacéuticas, bloques internacionales y otros), cuya función es crearse personajes “feministas” que se posicionan mediante estrategias de marketing para crear corrientes de opinión, de acuerdo con los intereses que al Estado y ciertas empresas convienen.
En un año, y con difusión en algunos medios de comunicación y apoyo de dos o tres personas que hacen el mismo trabajo, se crea un o una “influencer” con objetivos específicos de conducción de masas.
Estas mismas mujeres (y hombres), entre sus tareas, tienen el ocuparse de señalar a quién hay que denostar y a quien hay que silenciar porque no convienen a los intereses de sus amos. Lanzan acusaciones, señalamientos, como si lanzaran una roca colina abajo y sus seguidoras harán la avalancha necesaria para terminar simbólicamente con la mujer señalada (siempre una mujer).
*Un segundo motivo, está íntimamente relacionado con la envidia y la misoginia, con la enseñanza de competencia entre mujeres que no hemos logrado desterrar.
¿Qué hace o que tiene aquella que es objeto de acoso que la acosadora no logra o no tiene? ¿Qué de lo que hace o de lo que dice hace sentir en amenaza a la acosadora? ¿Qué emociones o heridas de su propia historia de vida le detonan a la acosadora, los logros, las ideas o las propuestas de aquella a quien va a señalar?
La acosadora quiere ser lo que la acosada es, quiere tener lo que ella tiene o destruirlo, si no puede apropiárselo. Ante tanta carga emocional, la acosadora o acosadoras también lanzan sus rocas:
Plagian los textos, ideas o proyectos, mienten, difaman, tuercen, rompen… De pronto, quien había creado algo se encuentra en el despojo o en la ruptura de lo que ha creado, con el beneplácito o los ojos ciegos del entorno, con la desmemoria muy útil de quienes fingen no recordar que esa idea ya la habían leído o que ese proyecto ya lo había propuesto otra mujer a quien ahora se le niega reconocimiento. Tal como ocurre en el acoso laboral con la atribución a otros del trabajo realizado.
*Otras expertas en realizar acoso moral, son las personas violentadoras que temen ser denunciadas y “denuncian primero” o personas que ya han sido denunciadas por su violencia y tratan de desquitarse, poniendo simbólicamente a otras en el mismo nivel.
*También, acosan moralmente opositores y opositoras políticas o quiénes han tenido desacuerdos previos con la mujer acosada.
*Acosa, igualmente, aquella o aquél que se ha sentido cuestionada o rechazada por una persona o espacio y, en lugar de trabajar su propia herida del rechazo, persigue a quien o quienes no la aceptaron como un castigo o venganza.
La forma del acoso moral, básicamente, se trata de “toda conducta abusiva consciente y premeditada que atenta, por su repetición o sistematización, contra la dignidad o la integridad psíquica o física de una persona” (Edreira, 2003:133).
Sin embargo, el hostigamiento psicológico ha evolucionado en el tiempo. Tengo datos y memorias de que, en la década de los ochentas, por ejemplo, aquellas que sí recibían sueldos institucionales acusaban de enriquecerse a costa del movimiento a las que se movían desde la autonomía. Sin embargo, el paso del tiempo y la falta visible de esa riqueza de la que “acusaban” dejó de ser herramienta de descrédito.
Luego, usaron el prejuicio respecto a los padecimientos de la salud mental para tratar de ensuciar el aporte de otras mujeres. Por ejemplo, todavía, a mí me tocó que cuando conocí a una de mis maestras feministas de vida, una mujer adulta mayor, alguien que me vio cerca de ella, acudió a contarme, como se cuentan estos chismes –en voz baja- que tuviera cuidado, que mi maestra había estado en tratamiento psiquiátrico. Luego, escuché ese mensaje muchas veces más, que había sido paciente psiquiátrica, ¡qué escándalo!
Querían decir que ella estaba loca y que, por lo tanto, que todo lo que escuchara de ella, tendría que escucharlo como una locura. Así, personas malintencionadas, trataron de anular las enseñanzas de una mujer sabia.
Sin embargo, conforme pasan las décadas, el sistema se vuelve más perverso. Las nuevas calumnias, los nuevos silenciamientos son más sanguinarios. La primer “carnicería” que recuerdo haber visto, fue hace unos ocho o nueve años, cuando una abogada que ayudaba a mujeres prostituidas a salir de la prostitución fue acusada por una organización proxeneta, ante la ley, de proxenetismo. Ella tuvo una terrible situación de persecución legal y social y vi como muy pocas personas, de muchas que conocían su trabajo, se atrevieron a decir una sola palabra a favor de ella.
Perder el valioso trabajo de esa compañera es una forma de muerte política. Mientras, hoy, esa organización proxeneta gana aplausos y apoyo, incluso, de muchas de las que probablemente me lean.
En años más recientes, he visto cómo se acusa de pornografía infantil a las organizadoras de marchas; como el que realmente es “oreja” del gobierno acusa de “oreja” a otra y termina por desaparecerla del hacer político; como se acusa de pedofilia a varias feministas, con énfasis en las lesbianas; cómo a buscadoras de desaparecidas y a las que rescatan a víctimas de trata se las acusa de ser tratantes; como señalan a madres de víctimas de feminicidios de ser “pagadas por gobernación”; llaman violentadoras a las que se dedican a acompañar denuncias de violentadoras y violentadores; acusan de tráfico de influencias a quien acompaña denuncias de violadores; dicen que se conducen “como hombres”, que son mentirosas o violentas aquellas que señalan fraudes…
Es un truco sádico. A partir del momento de la difamación, el efecto es similar a lo que ocurriría si lanzaran un ácido que deformara el rostro de una mujer permanentemente. Nunca será vista por ajenas o ajenos como era vista antes del ataque.
La intención de deformar ese rostro simbólico es poner a esa mujer en el mismo nivel que aquello que denuncia: cada vez que se atreve a decir: “esto no está bien”, un rumor soterrado comienza a correr de inmediato distorsionando sus palabras: “pero si ella es igual, ella es violenta, tratante, pedófila, pornógrafa, estafadora” …
Es como si estuviera en una pesadilla permanente en donde, cada vez que esa mujer habla, actúa o escriba –incluyendo si realiza peticiones de ayuda-, lo que sale de ella es convertido en otra cosa, repugnante, deformada y amplificada.
PUEDES LEER EL TEXTO COMPLETO EN : https://puntadaconhilo.cl/wp-content/uploads/2025/01/El-enemigo-tambien-esta-dentro.pdf