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(Detalle del reportaje original 1994)

Aunque en 2012, realmente estamos en otro siglo, el XXI (21) y este reportaje lo hicimos en 1994 (siglo XX -20-), solamente han pasado 18 años y la situación de las obreras en $hile no han cambiado demasiado. Al contrario, los patrones han encontrado nuevos mecanismos de explotación de diversas trabajadoras, como por ejemplo las cajeras de supermercados que en algunos casos deben usar pañales de adulto ya que no les permiten ir al baño… (VER DENUNCIAS*)…

Obreras de Patronato
COMO EN OTRO SIGLO
x Puntada con Hilo

El tiempo se detuvo.
El maltrato está a la orden del día. Las mujeres trabajan entre 12 y 14 horas, a veces de noche y encerradas bajo llave, los patrones se van y vuelven al otro día.
«Podríamos morir quemadas en estos sucuchos sin posibilidad de escapar, como hace unos meses atrás cuando en China se quemó una fábrica de muñecas y murieron 100 operarias que estaban encerradas… o, como el primer 8 de marzo…», dice Felisa Garay, dirigenta de la Confederación Textil, CONTEXTIL.

Insultos machistas
!Así que están de día las ‘tales por cuales’!, fue el saludo de 8 de marzo que recibieron algunas de estas trabajadoras de parte de un patrón.Según las operarias, los insultos, que deben soportar, surgen con gran ‘fluidez’ de la boca de algunos jefes y dueños de fábricas y se dirigen a menudo al plano sexual.
La paga es miserable, las condiciones de trabajo deplorables, y se atropella su dignidad, vigilándolas con cámaras ocultas mientras trabajan, llamándoles la atención rudamente si por un instante dejan de manipular sus máquinas, desnudándolas antes de salir «para ver si no roban algo», diciéndoles que no sirven, poniéndolas a unas en contra de las otras y tratando de hacer de ellas unas delatoras «para asegurar el trabajo».

A río revuelto...
Al principio no quieren hablar.
¿Cómo son las condiciones de trabajo en su taller?
Se miran: «buenas».
-Pero se habla de malos tratos…
-Hemos oído sobre eso, pero no sabemos.
Conversamos en el Comedor Acogedor de la Mujer Trabajadora en la calle Río de Janeiro, sede que mantienen las dirigentas de CONTEXTIL con el aporte solidario de la Agencia Inglesa OXFAM.
Las trabajadoras de Patronato pueden almorzar diariamente ahí llevando su colación, antes lo hacían en la calle o en el baño de su fábrica.
Luego de que se va una de las compañeras de trabajo, reanudamos la charla.
-No podíamos hablar porque había gente y cuentan todo -explica- Marta, casada y madre de varios hijos.
-Así nos tienen. La mayoría de las mujeres que trabajan acá son viudas o separadas, que necesitan mantener a sus niños y para asegurar su plata, a veces delatan a otras. Los que nos dan trabajo lo saben, por eso pagan migajas y nos humillan.
Yo, por ser joven, no conseguía trabajo en ninguna parte. Estudié en un Instituto, pero congelé porque necesito trabajar para ayudar a mi mamá que es separada y no podía seguir pagando mis estudios, entonces vine a dar acá -cuenta Marisol-, de 20 años.
Rosa, jefa de hogar, agrega: Es cierto, una llega aquí por que no queda otra. El trabajo es muy pesado. Yo necesito hacer 400 prendas para ganar unos $ 4.000 diarios. Yo hago los colleretes (bordes de las prendas en el cuello), desde las 9:30 a las 7 y media de la noche.
No les pagan sobretiempo.
Cuentan que en vísperas de Pascua y Año Nuevo se puede llegar a trabajar hasta un día completo para cumplir con la producción. De aguinaldos nada. Estimuladas con Coca-cola y café pasan la noche. Pocas protestan, la mayoría no quiere involucrarse en algo que le pueda costar el trabajo.
De la fragmentación y la explotación, la ganancia. Los precios baratos de las prendas de vestir de Patronato los pagan las obreras.

Muchas exigencias, nada de beneficios
El aislamiento y el amedrentamiento producen rentabilidad. Por eso el ‘método’ impuesto por el capital es el «del bueno y el malo» (como en los cuarteles de detención): un jefe comprensivo y otro ‘negrero’.
-Son muy exigentes, quieren perfección y eso me pone muy nerviosa.
-Trabajamos cabeza gacha sin conversar.
-Todas estamos con susto. No tanto al patrón, él no se mete, sino a la supervisora porque ella es muy dura.
-Yo creo que los dos son culpables, porque él la manda a retarnos. Ella mantiene la ley del terror y él se lava las manos.
Los resquicios legales también abundan. A menudo los talleres tienen menos de nueve operarias. Hay empresarios que mantienen más de un taller, así matan dos pájaros de un tiro: no tienen que habilitar una sala cuna y las obreras no pueden negociar colectivamente (la ley exige un mínimo de 25 trabajadoras).
Los patrones, chilenos, árabes y coreanos, imponen cada condición del trato: sueldo, forma de pago, horarios.
Se dice que en Patronato los salarios son un 35 % más bajo que en talleres textiles de otros sectores.
Las contratadas pueden ganar unos 130 mil pesos y las que están a trato -por cierto la mayoría- unos 60 mil pesos. Con los descuentos, el sueldo líquido se reduce a $ 80 y $ 40 mil, respectivamente.
El caso de las tejedoras es particularmente dramático: laboran 12 horas diarias, de lunes a sábado, por $ 10 mil semanales.
Carmen de 40 años, separada, cuenta: La semana pasada saqué mil pesos. Eran más, pero con los descuentos quedé en eso.
El negocio está malo así es que los patrones nos están quitando el  trabajo para que nos vayamos. No quieren echarnos porque tendrían que pagarnos la antigüedad.

Usura más que empresa de jaguares
Del mentado boom de los años ’80, a las trabajadoras sólo les ‘chorreó’ la cesantía y los bajos sueldos.
¿Se acuerdan de cuando comenzaron a llegar las ‘chalas chinas’ y hasta los fósforos venían de Taiwan? Era la manoseada liberación del mercado que hasta hoy estruja a trabajadoras y trabajadores por igual.
China, Singapur, Hong-Kong, Pakistán y EE.UU. exportan productos textiles a precios mucho más baratos (también a costa de un modelo inhumano). Chile compra sus productos. Cómo será, que hasta la prestigiada empresa Machasa tuvo que retirarse de la producción para trabajar en importación.
La competencia es difícil. Existen cuatro mil quinientas empresas y talleres textiles, de los cuales 2.700  se dedican al rubro confecciones, probando a vencer las barreras de la ‘baratura’. Para lograrlo, se aminoran costos por la vía de los recursos humanos, el trabajo se desvaloriza.

«Histéricas»
Es el mote que siempre se da a las mujeres cuando se defienden. Y en esta situación se confirma. Scandar Hananía Baltra, dueño de la empresa Textil Montaña Sport, declaró a la prensa que su trabajadora y presidenta del sindicato, tuvo una «reacción histérica», el día 30 de junio, en un altercado en su oficina.
La afectada, María Eugenia Pavez, relata en cambio que él luego de cerrar la puerta con llave, la golpeó, y que antes de eso la amenazó de muerte.
Todo esto porque los trabajadores de la empresa, encabezados por la dirigenta, protestaban pues el empresario no les había pagado esa semana.
Paola, otra trabajadora, estaba embarazada y varias veces pidió permiso a sus patrones para ir al médico. La última vez la «retaron», ella discutió sus derechos y le pegaron.
En ambos casos, hay denuncias ante autoridades policiales y presentación de pruebas.

Organización
Las dirigentas de la CONTEXTIL comenzaron instalándose en una mesa en la calle. No fue tarea fácil vencer la desconfianza y convencer a sus colegas de la importancia de la organización para conseguir reivindicaciones.
Ahora tienen una sede en la que se organizan talleres y regularmente atienden sus consultas abogadas y asistentes sociales. Ochenta operarias llegan diariamente.
Acudir al Comedor es cómodo pero peligroso, porque es identificarse con las ‘revoltosas’. Algunos patrones amenazan con el despido a las operarias por acercarse a la organización.
El amedrentamiento ha alcanzado a las mismas dirigentas que atienden la sede obrera.
Carmen Muñoz cuenta: «Las primeras veces los jefes de la fábrica CIMA llegaron a ofrecernos blusas a cambio de la lista de las mujeres que venían para acá», se ríe. «Son una verdadera mafia. Cuando les dijimos que no, nos insultaron. Hace poco fuimos a un comparendo con unas compañeras de De Sandro y el patrón nos dijo que tenía 4 millones disponibles para sacarnos de aquí. De cualquier manera, de acá no nos vamos», concluyó.

Género femenino
Según cifras de la Cámara de Comercio las trabajadoras textiles son 14.000 en todo Chile. Los hombres, sólo 3.000.
Denise Araya, educadora, y Patricia Latorre, socióloga, ambas de la ONG Raíces realizan un estudio sobre la realidad laboral de Patronato. Ellas afirman que la mayoría de las obreras son mujeres jóvenes que fueron madres adolescentes y se transformaron luego en jefas de hogar.
Uno de los problemas que más las afecta es el cuidado de los niños, pues muchas no tienen donde dejar a sus pequeños.
Es así como se han convertido en mano de obra barata y son permanentemente chantajeadas, manipuladas y superexplotadas.Revertir esta condición parece ser una cuestión no sólo de clase, sino también de género femenino.

*Para ver denuncias pinchar en los siguientes títulos: Sobre AutonomíasQue no se note pobrezaObligadas a usar pañales

FUENTE:PUNTADA CON HILO, AÑO 1, Nº 1, AGOSTO 1994