MUJERES DE LA NOCHE Y EL DÍA (1995)

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MUJERES DE LA NOCHE Y DEL DIA
x Puntada con Hilo

Como cualquiera de nosotras, solas o con pareja, con hijos u otros afectos, con ideales, con sueños y esperanzas. Dedicadas a ganarse su propia vida y la de quienes aún no empiezan, o ya no pueden trabajar.

Tienen sus esperanzas puestas en una causa común, la organización para la creación de una fuerza solidaria ante los abusos sociales y policiales.
Son trabajadoras sexuales y una bailarina de clubes nocturnos, que desean conquistar sus legítimos derechos y hoy, con gran generosidad, cuentan parte de sus vidas.

HUMILLACION, UN TESTIMONIO ACTUAL
«Un mes atrás los carabineros me tomaron presa en la calle, me desnudaron en la comisaría, me robaron y me tuvieron toda la noche en el piso helado sin ropa. Cuando llegó mi hija a buscarme (ella es una niña educada, porque para eso trabajamos las prostitutas, para educar a nuestras hijas, y que no tengan que prostituirse), los oficiales se mofaron de ella, le escupieron en la cara que su madre es una ‘mala’ mujer, una mujer de la noche, una puta… Las dos nos abrazamos y lloramos…».

HISTORIA DE EXPLOTACION
«Muchas hemos sido hijas de padres pobres, no tuvimos la suerte de ser educadas, porque si yo hubiera tenido educación, a lo mejor no habría llegado a prostituirme…
Comencé en el año 73. El padre de mis dos hijos fue expulsado del país y yo quedé sola. Salí a luchar por la vida. Una amiga me llevó a un prostíbulo en la calle San Camilo.
Teníamos que pararnos en la puerta desde las cinco de la tarde, con mini falda y tacos altos, hubiera lluvia, viento o frío. Como fuera, se nos mandaba quedarnos ahí hasta la cinco de la mañana, si era preciso, para conseguir clientes.
Antes, la cabrona nos hacía ingerir una pastilla para que no nos diera sueño.
Sólo tres discos single tenía que durar la botella de pisco que le hacíamos consumir al hombre, si no, nos esperaban los malos tratos después.
Teníamos que comprarle a los patrones hasta los vestidos. Terminábamos sin plata porque nos descontaban todo, el maquillaje, la peluquería, lo que fuera, y nos cobraban cualquier préstamo con intereses.
Así era la vida de nosotras, siempre encalilladas.
Me rebelé y salí a patinar. Ahí supe de la otra humillación, la de los pacos que nos daban la guerra quitándonos la plata y abusando físicamente de nosotras.
No fue fácil aprender en esta selva. Me tomó lágrimas y años de mi vida defender la independencia de trabajar en la calle, sola».

IDEAS POLITICAS Y ORGANIZACION
«Todo lo que pasé se me metió en la cabeza, y como tengo un poco de educación, mucha dignidad, y mis ideas políticas muy claras, entendí que tenía que transmitirles mis opiniones a mis compañeras, decirles que no estoy ni ahí con los patrones y los explotadores de mujeres, porque somos nosotras las que prestamos nuestro cuerpo, las que nos acostamos con sádicos, las que peligramos de morir, como la Marcela, que trabajaba al lado mío y un tipo la mató de un piedrazo en la cabeza. Somos nosotras, nuestros cuerpos los que se enferman, de úlcera, de cáncer al interior, de infecciones, de SIDA; ¡no me voy a callar jamás todo eso que aprendí y que tiene que servir a otras mujeres, como yo, para rebelarse y organizarse!».

DIGNIDAD Y RESPETO
«Muchos deben pensar que cómo una, que trabaja con el cuerpo y se denigra, está hablando de dignidad. Pero es que yo soy mucho más que un cuerpo, soy una persona.
Una mujer que no ha perdido sus ideas, ni sus interés por la vida, ni el amor por sus hijos.
Es cierto que dejé a mis niños solos un tiempo, los mandé a criar como teníamos que hacerlo todas las asiladas de prostíbulo. Pero, apenas pude, los recuperé para criarlos, porque sabía que nadie más que yo, con esta vida, iba a educarlos con la mente tan abierta, con tanta fe en las personas y con tanto respeto por las mujeres, para que cuando fueran grandes llegaran a comprenderme y quererme con toda mi historia.
Los enseñé a ir por la vida con los ojos bien abiertos, a saludar educadamente a la gente sea cual sea su oficio, les di estudios y cariño. Y estoy muy orgullosa porque son verdaderamente inteligentes, no viven en los prejuicios, viven en la comprensión».

HACE CATORCE AÑOS, OTRA HISTORIA
«En el 81, yo no tenía nada que ver con este trabajo. Había desempeñado otros oficios, de esos que la gente considera más dignos. Pero vino el mal tiempo de la política. Pinochet y la cesantía. Nada de trabajo. Un año y medio estuve con las manos vacías. Entrevistas, currículos, llamar y llamar por teléfono a los conocidos. Eso me llevó a comerme los zapatos. ¡Nada! Ya no tenía qué vender, todo se me había ido en sobrevivir.
Me fui a un local y dije que podía ser azafata, que podía atender, que podía… lo que fuera. Alguien me dijo que bailara.
De chica estuve interna en unas monjas porque fui huérfana de madre. Ahí nos habían enseñado baile clásico y siempre me gustó, así es que me animé. Bailé bien, pero cuando tuve que sacarme la ropa y bajar más cerca del público, porque eso hay que hacerlo, me tiritaban las rodillas. Le decía a las demás que tenía frío…».

BUSCARSE LA VIDA Y NO LA MUERTE
«Yo creo que aunque una niña ande por el barro, jamás va a quedar empantanada si se respeta, si se cuida, si se busca la vida… Hay que amar la vida y si una tiene que morir, que lo haga por algo importante, no por porquerías, no por un tipo que a una le pega, que no la respeta… Soy soltera y me gusta mi independencia, no me falta amor, tengo a los animales que son una causa muy personal mía, ellos y la naturaleza; por otro lado, quiero a mucha gente de la noche y ella me quiere a mí, y por eso la solidaridad es para mí otra idea que llena mi tiempo, soy una persona muy ocupada. Estoy con las mujeres de la noche y es que las he visto morir en la calle, solas y pobres, las he visto ser maltratadas, colocadas contra una pared con la pistola en la sien por un patrón que las quería poseer…
Yo digo, si hay que morir que sea por salvar algo importante en esta tierra, pero lo mejor es vivir dignas. Yo hablo de dignidad porque no he robado ni matado para vivir. He trabajado con mi cuerpo, y cuando se trabaja con el cuerpo y en la noche hay que ser más inteligente que los que nos explotan y reprimen. No debemos tenerle miedo al miedo, y si le tenemos miedo, no se lo demostremos, hablemos, denunciemos, pero organizadas. No sacamos nada con llorar por una compañera porque un sádico la mató, si no hacemos acciones que nos lleven a hacer respetar nuestros derechos y a salvar nuestras vidas».

UN LLAMADO
«Luego de haber recorrido un largo camino, llegué a la conclusión de que tenemos que luchar juntas por nuestros derechos, porque si no nos organizamos seguiremos siendo atropelladas.
¡Amigas, es posible la solidaridad entre las mujeres del ambiente!».

FUENTE: PUNTADA CON HILO, AÑO 2, Nº 7, MAYO 1995