MEMO: LA OBSTINADA MEMORIA AUTÓNOMA
…relevó la denuncia de la Violencia Estructural, el Capitalismo, el Estado y los gobiernos entregados a la oligarquía, al empresariado y a la burguesía $hilena. También dejó en claro sus diferencias políticas relevantes con la institucionalidad feminista aliada con los mismos partidos políticos que negociaron con la Dere$ha golpista y a espaldas del pueblo, una democracia protegida continuista de las políticas económicas y represivas de la Dictadura…

Ante la avanzada fascista actual como blindaje del capitalismo financiero y digital, la memoria política de las mujeres es memoria política de los pueblos. Restaurar la memoria es relevante. Seguimos con la Memo porque el machismo mata y el capitalismo, también. Este 11 nos vemos en la calle y sin permiso.
La Memo es una escultura que fue pensada y creada por activistas feministas autónomas a inicios del siglo XXI.
La colectiva Las Clorindas de ese entonces, llevó a cabo esta materialización de la memoria de mujeres insurgentes, junto a un grupo feminista surgido de un taller de Historia de las mujeres y del movimiento feminista, que también llevaba a cabo Las Clorindas; taller que, posteriormente, la colectiva Memoria feminista continuó de manera interna, en convocatoria amplia, y también en modo callejero en sus instalaciones políticas en plena vía pública.
Por 2002, Las Clorindas convocó a diversas feministas autónomas que veníamos de los 90, a juntarnos y hacer organización. Varias habíamos emigrado de colectivas de las que habíamos sido parte y nos encontrábamos sin domicilio feminista. Entre esas convocadas, estuvimos varias ex participantes del Movimiento Feminista Autónomo del que habíamos salido en distintas etapas políticas.
Desde esa convocatoria de Las Clorindas comenzamos a activar unas 30 compañeras, algunas venían de Las Clorindas, otras del Movimiento Feminista Autónomo, y varias eran sueltas. Ahí conocimos a La Memo y sus significados que también tenía un profundo sentido en nuestras vidas, como sobrevivientes de la Dictadura. En 2004 surge de esa coordinación de diversas autónomas, inspirada por La Memo, la colectiva Memoria Feminista que junto a su nombre subrayaba feministas autónomas.
Memoria Feminista en su proceso político y sus diversas acciones colocó énfasis en la denuncia de la violencia contra las mujeres y las niñas como un fenómeno que reconocíamos también en la violencia ejercida por la Dictadura contra las mujeres revolucionarias a las que -como castigo- secuestró, torturó, desapareció y asesinó. Así mismo, denunciamos el racismo del E$tado $hileno contra las comunidades mapuche en resistencia, el saqueo de su territorio por las trasnacionales, y el continuismo represivo de la postdictadura, que estaba cobrando nuevas víctimas perseguidas, encarceladas y asesinadas.

CONTRA EL MACHISMO Y EL CAPITALISMO
El discurso de Memoria Feminista relevó la denuncia de la Violencia Estructural, el Capitalismo, el Estado y los gobiernos entregados a la oligarquía, al empresariado y a la burguesía $hilena. También dejó en claro sus diferencias políticas relevantes con la institucionalidad feminista que se aliaba con los mismos partidos políticos que negociaron con la Dere$ha golpista y a espaldas del pueblo en lucha, una democracia protegida continuista de las políticas económicas y represivas de la Dictadura de Pinochet.
En 2005 iniciamos una serie de conversatorios sobre Violencia dictatorial y Violencia contra las Mujeres como dos fenómenos políticos que, en nuestra experiencia, se alineaban en un mismo continuum. Esos eventos eran llevados a cabo, generalmente, en algún centro de trabajadores y especialmente en Casas Okupa anarquistas[1] y otros espacios, cuy@s organizador@s fueron nuestro@s aliad@s por casi una década. Iniciamos un devenir callejero que se cuidaba de no abultar marchas institucionales. Hicimos acciones a las que nombrábamos –al estilo de los 80- mítines luego instalaciones. “Instalaciones” porque realmente armábamos (instalábamos) un memorial callejero popular en el que denunciábamos la persecución racista del E$tado chileno contra la resistencia mapuche, la prisión política a las mujeres insurgentes en postdictadura, la impunidad en las violaciones a los derechos humanos de la Dictadura, el continuismo capitalista y neoliberal que nos empobrecía y endeudaba a las mujeres, las legislaciones laborales que nos sometían y, entre otros elementos políticos de actualidad, la hipocresía de una repartición institucional como SERNAM, Servicio Nacional de la Mujer[2], que habiendo sido producto de la negociación política negacionista de fines de los 80, en postdictadura estaba siendo un eslabón más del engranaje concertacionista que volvía a ejercer violencia de Estado contra las mujeres y los pueblos.
Nuestra denuncia principal era la Violencia contra las Mujeres en todas sus formas. No categorizábamos ni fragmentábamos la violencia contra las mujeres pues no pensábamos que fuese realmente categorizable, y menos unos fragmentos de algo indefinido (como se la menciona actualmente). En cada denuncia revelábamos la correlación del poder que la hacía posible.

“ESTA DEMOCRACIA ES UNA DESGRACIA”
Una de nuestras consignas principales además de la desgracia de una democracia entre élites, era “En la Calle y sin Permiso”. Efectivamente, nunca pedimos permiso para instalarnos en la calle y cuando decidimos conscientemente participar en alguna de las apoteósicas marchas institucionales, lo hicimos denunciando que «El machismo mata, el capitalismo también»y proponiendo “Contra el E$tado racista, autonomía feminista”.
Memoria Feminista siguió albergando a La Memo. La guardábamos en nuestras casas y en algún tiempo estuvo en las oficinas del Servicio Cuáquero Chileno que nos lo permitió. Le colocamos una tarima con ruedas para llevarla a acciones callejeras. Se nos hacía difícil porque pocas tenían algún vehículo a disposición y ninguna, uno que pudiera trasladar una escultura de su tamaño. Contábamos a menudo -como para todas nuestras acciones- con solidaridades de personas y organizaciones de izquierdas y simpatizantes del feminismo autónomo.
Generalmente nos juntábamos en la calle paseo Ahumada a pocos metros del paseo Huérfanos, delante del «Banco Chile» que solía estar cerrado los sábados y después de las 17 horas. Solicitábamos a las vendedoras ambulantes y a los cantores callejeros que nos cedieran espacio y tiempos. Les comentábamos lo que estábamos denunciando y siempre nos daban chance. Ni una sola vez obtuvimos un “No” por respuesta. Las mismas vendedoras callejeras a veces se nos unían. También llegaban niñas y adolescentes, escolares, trabajadoras que salían de laborar en oficinas, tiendas y multitiendas, mujeres que caminaban por el centro… Nos preguntaban sobre lo que denunciábamos y nosotras solíamos quedarnos conversando con ellas, antes de iniciar la lectura de nuestros pronunciamientos.
La Memo concitaba sorpresa, conmoción, debates. Emergían los dolores de muchas transeúntes que habían preferido ignorar lo que estaba pasando en la historia del país porque “ya se había acabado la lucha, estábamos en Democracia y no cambió”: “la Alegría Nunca Llegó”. Nosotras planteábamos que la lucha continuaba en la postdictadura, y que no podíamos volver a institucionalizarla y entregarla a los partidos políticos. Muchas coincidían, pedían el correo, querían estar en comunicación con nosotras. Algunas se nos unían.
La expo callejera de Memoria Feminista también hablaba de la historia de las mujeres y de la historia del feminismo, además de funar–escrachar con nombres y apellidos a agresores, y colocar para la lectura rápida minirelatos sobre casos de femicidios que estaban sucediendo. Siempre destacando la manera en que los agresores ejercen el poder que les concede el patriarcado. Hablábamos de femicidio en la calle cuando pocas lo hacían. Ni la política partidaria ni las cátedras de género solían mencionarlo a menos que se tratara de estudios e investigaciones que engrosaban currículos. Nuestra escuela, eran nuestros debates, nuestras lecturas, nuestras experiencias políticas pues no habíamos llegado al feminismo autónomo sin historia política o apreciaciones sobre la historia política. Así aprendíamos: enseñándonos[3].
Muchas veces tuvimos el apoyo de grupos de teatro de mujeres, de músicas, bailarinas, cantantes, también perfomances de las Kallejeras que fue una colectiva formada por consultantes de una Casa de Primera Acogida a Mujeres, en la que trabajábamos feministas. Llegaban muralistas y participaban con nosotras anarcofeministas y mujeres de organizaciones mapuche con las que hacíamos alianzas.
Nuestras acciones eran en días y horarios posibles para las mujeres que llevaban adelante sus hogares y familias, pues también éramos trabajadoras. Salíamos del trabajo a las 6, otras se autogestionaban como artesanas o vendedoras, y todas rescatábamos unas horas del fin de semana -a veces todo el fin de semana- para el activismo feminista autónomo que era también un refugio y un espacio donde compartir las vivencias de ser “raras”, pobres y disfuncionales. No nos unía el ser académicas, profesionales o jóvenes, tampoco el ser madres, amigas ni el ser lesbianas o no serlo, sino el ser mujeres rebeldes con autoconciencia de ser parte de una clase empobrecida.
La Memo nos acompañó por años en caminatas, protestas e instalaciones. No es moda ni ola, conmemora a las detenidas desaparecidas y ejecutadas políticas, perseguidas, torturadas y asesinadas por la Dictadura cívico militar $hilena. Es una acción política obstinada que no permite olvidar a las insurgentes que resistieron con fuerza y parapetadas en su proyecto revolucionario.
Lesbofeministas antirracistas-Red de Terapeutas Tierra y Territorio

[1] Que fueron perseguidas y desalojadas con odio por el gobierno de Ricardo Lagos Escobar de la Concertación de Partidos por la Democracia, uno de los gobiernos más entregados al empresariado que nos saquea constantemente (periodo 11 de marzo de 2000 y el 11 de marzo de 2006).
[2] Sernam fue creado en 1991 por la Ley N° 19.023, promulgada el 26 de diciembre de 1990 por el gobierno del ex golpista Patricio Aylwin Azocar (11 marzo de 1990 a marzo 1994), su primera directora fue Soledad Alvear Valenzuela, demócrata cristiana furibunda contra el aborto y el feminismo y su subdirectora, Soledad Larraín Heiremans, psicóloga, académica feminista, socialista progresista que renunció a SERNAM “por falta de apoyo político y recursos para implementar las políticas de género”, mientras Alvear fue nombrada posteriormente Ministra de Justica de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (11 de marzo 1994 a marzo 2000)
[3] Planteábamos que no éramos ignorantes de la vida política comenzando con el hecho de que hemos vivido y cuestionado las relaciones sociales. Rescatábamos nuestras historias políticas, las de nuestras madres y familiares, como sobrevivientes del capital y la Dictadura. La mayoría veníamos de haber sido militantes de izquierdas y haber abandonado esas militancias ante el patriarcalismo dominante en los partidos de izquierda, en la convicción de que la autonomía inicia cuando se transgrede la heterosexualidad mixta en que la dominancia la tienen los caudillos masculinos. Así nuestras lecturas de Adrienne Rich (Nacemos de Mujer) o Carla Lonzi (Escupamos sobre Hegel), habían sido revelaciones en palabras de cuestiones que vivenciábamos. Tal como el feminismo que expresa lo que vivimos, sin necesidad expresa ni lenguajes academicistas.
Lesbofeministas antirracistas-Red de Terapeutas Tierra y Territorio

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