La Agrupación de Madres Guacolda: madres de los combatientes lautaristas (Ensayo completo 2017)

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La instauración de La Oficina desde 1991 era la muestra clara de cómo la izquierda, ahora en posiciones de poder mediante cargos en el nuevo gobierno… muchos militantes de izquierda no tuvieron ningún empacho en reproducir lo mismo del poder… que eran terroristas, que su accionar era enloquecido… y un montón de descalificaciones

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X Francia Gaete Ossandón*

«La Agrupación de Madres Guacolda -también conocido como Comité- data del invierno de 1988, en un tenso ambiente de negociaciones frente al inminente término de la dictadura cívico-militar».

«Dicha agrupación, compuesta por las madres de los combatientes lautaristas, contaba a su vez con un encargado de la dirección nacional más otra persona encargada de derechos humanos, perteneciente a la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU).

La necesidad de organizarse surge debido al álgido contexto político que se vive en el país hacia fines de la década de los años ochenta, en la cual comienzan las negociaciones políticas en vista de la transición y el paso a la democracia, y la radicalización de grupos subversivos, como el Lautaro, debido a este mismo contexto, lo cual trajo consigo acciones represivas y un nuevo escenario político para las y los combatientes: la cárcel.

El MAPU-Lautaro, como organización política, se remonta a finales del año 1982, luego de culminar un proceso de múltiples discusiones internas al interior del Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU) que se arrastraban desde 1978, debido principalmente a que un grupo de militantes propone avanzar hacia una vía de acción más insurreccional que la llevada hasta ese entonces por el partido. Como no se logró llegar a un acuerdo, un grupo de militantes decide salir del MAPU y crear un nuevo grupo, que no desconoce su raíz mapucista, pero que apuesta por una radicalización de sus discursos y prácticas».

«Este ensayo busca recuperar la historia de Madres Guacolda, tanto para que quede como un precedente político de organización valorando experiencias que parecen considerarse “prácticas personales”, pero son políticas. Esta organización frente a un panorama hostil, en el cual ya ni siquiera se producía apoyo a nivel discursivo a lo insurreccional, se articuló y desbordó contexto y prejuicios, luchando por lo que consideraba “correcto”.

“Yo diría dos cosas. Uno, que era cierto convencimiento, de que la gran disyuntiva que se abría al interior de la Unidad Popular, al menos en este MAPU, tenía como constatación el hecho de que cualquiera fuera la manera de presentarse políticamente del movimiento popular revolucionario, siempre iba a encontrarse con una resistencia muy feroz de parte de la clase dominante (…) En ese sentido no podía obviar el hecho que, en última instancia, siempre el poder armado iba a ser el determinante, como efectivamente así sucedió (…) Y segundo, por la relación directa, real, que se tiene en tiempos de la dictadura con el poder (…) Saber, digamos, de gente que está desapareciendo, que está muriendo, que está teniendo que irse, que está escondida. Todas esas cosas también a uno lo van convenciendo que no hay manera de romper eso que no sea por “vías superiores” como se llamaba en ese entonces. Y que por lo tanto había que prepararse… como organización…»…

«Para una parte del Lautaro, la lucha debía continuar, puesto que no aceptaban la transición pactada ni la “democracia cartucha‟ (como la organización la denominaba). En este sentido, planteaban que su lucha no era derrocar a la dictadura, sino contra Las Fuerzas Armadas, los Grupos Económicos Transnacionales y el Imperialismo, por lo que su apuesta era más por un Chile Popular, que por el fin mismo de la dictadura militar.

En la postdictadura, el resto de la izquierda no estaba dispuesta a decir “ellos son prisioneros políticos, porque su actuar, independiente tiene un sentido político‟… muchos militantes de izquierda no tuvieron ningún empacho en reproducir lo mismo del poder… que eran terroristas, que su accionar era enloquecido… y un montón de descalificaciones».

«La instauración de La Oficina desde 1991 era la muestra clara de cómo la izquierda, ahora en posiciones de poder mediante cargos en el nuevo gobierno, estaba enfocada en perseguir a los grupos subversivos que seguían actuando en la transición democrática.

Durante todo este periodo (1990-1994) las cárceles se habían llenado de militantes lautarinos, quienes veían en la prisión su nuevo escenario de lucha. “La cárcel combatiente” va a ser una constante dentro de los procesos carcelarios de los militantes, sin embargo, el escenario es cada vez más adverso; los conflictos internos dentro del partido, la pérdida de un tejido social exterior a la prisión, el recrudecimiento de las penas para los “delitos terroristas en democracia‟ y la construcción de una Cárcel de Alta Seguridad (CAS) especial para los subversivos del nuevo régimen político».

PUEDES LEER EL ENSAYO COMPLETO ACÁ: https://puntadaconhilo.cl/francia-tesis-madres-guacolda/

* publicado con la autorizaci´ón de su autora