Inostranka*: 50 años un destello en medio siglo

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Recuerdo claramente cuando ellos les decían reformistas a los comunistas, entre los que estaban ni madre y mi padre, en esas reuniones poblacionales que solían ser en mi casa; y también cuando alegaban porque la revolución no puede ser “interclasista”… Desde hace mucho, sé que tenían toda la razón. Tres de ellos fueron asesinados…

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(Monumento al Escape, Dennis Openheim, EE.UU. 1999-2001)

Inostranka*, de victoria aldunate morales

…Un día voy a un PRAIS para que me atiendan en la Salud pública. Necesito medicina general, todo me pasa y todo me duele. Una trabajadora social lee el informe de mi declaración a los 17 años en la Vicaría de la Solidaridad. Yo no lo leo jamás. Ahora que aprendí que tengo sentimientos, es un riesgo releerlo. La trabajadora social me mira con espanto, lo veo en sus ojos, me propone una psicóloga. Yo intento decirle que no, que llevo tres años entrenando Gestalt… pero en vez de decirle toda esa vaina de puedo sola, me largo a llorar. Lloro y lloro.

Inicio terapia con una maravillosa mujer que intenta acomodarme el cuerpo en el alma.

Antes de esto, a los 27 años del Golpe, que no marca década alguna y es solo un porcentaje irrelevante del tiempo, en un ejercicio gestáltico, un maestro me había pedido involucrarme con la biografía de una compañera. Era una mujer mayor, revolucionaria, que el 73 debió abandonar a sus hijas para escapar de la Dictadura.

Yo me adelanto, voy segura y fuerte a manejar la situación como en cada estudio que he hecho. Soberbia con mi inteligencia racional y semimarxista, y el llanto incontenible se transforma en un vómito…

Mendoza, solo tengo mi relato, 4,5,3, 2 años

Vino otro golpe, un golpe sobre otro en nuestras vidas, que eran ahora, radicalmente otras vidas.

Mi familia estaba destrozada, mi abuela se había quedado en Chile, y solo llegó a tres años después a Mendoza desde Chile, para abrazarme y morirse. Vivíamos con las maletas hechas hasta que cuatro años después pudimos volvernos, yo entré a las juventudes comunistas en Chile, fui dirigente de enseñanza media y caí presa.

En los años de Mendoza, yo borraba a Chile de mi vida. Mi padre dijo: “No puedes tener amigos, no puedes contarle a nadie que somos exiliados y comunistas. No hablas de política, no hablas de Chile, no dices nada”.

Mi madre estaba perdida en alguna nebulosa del golpe, ¿una dimensión desconocida tal vez? Estábamos hacinados con compañeros que cantaban, lloraban y bebían todo el tiempo. No pocas veces, sentí las miradas lascivas de algunos viejos compañeros. Mi cuerpo crecía.

Pasando por varias escuelas, fui estigmatizada como “la chilena”, y otras veces, querida.  Fui especialmente respetada e instada a escribir por mi profesora de castellano. Le escribí un poema porque me enamoré de ella a los 13 años.

Tuve novios cariñosos y amigas solidarias, cuyas madres me adoptaban por temporadas indefinidas mientras mi madre se recomponía o trabajaba.

Yo amaba a Sui Generis y una vez me escapé de casa para ver a Charly García y la máquina de hacer pájaros. Mentí, me hice la cimarra, falsifiqué notas y robé.

El exilio en la niñez, es un lugar terrible que se aprende enseguida[1].

1 año y el minuto “0”, a Denrio

El martes 11 me desperté y no me habían llevado al colegio. Escuché a mi madre llorar mientras sonaba en la radio la voz de Allende. Luego la vi irse “a quemar las listas de los militantes”.

Mi yaya le dijo que la iban a matar, ella respondió que no quedaba otra. Mi papá no volvió por varios meses, mi madre menos…

(*Inostranka significa extranjera en ruso)

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[1] Silvio Rodríguez