¿HISTÉRICAS HISTÓRICAS? SALUD MENTAL Y MUJER (1994)

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Salud Mental y Mujer
¿HISTERICAS HISTORICAS?
x Puntada con Hilo

‘Locas’, porque se enojan. ‘Neuróticas’, porque se deprimen. «Solterona histérica, nadie la aguanta», porque no es casada. ‘Mujer desnaturalizada’, es decir anormal, porque no tiene hijos/as.
¿Quién quiere ser tratada así?…
Para estar a salvo de tales epítetos, DEBEMOS SER madres, con pareja, tolerantes, pacientes.Esa obligación y la represión de lo que de verdad sentimos, nos enferma.
Loco/a se le dice a quien no es ‘normal’, o sea no cumple con las normas, con las reglas del juego social.
A Laura, su marido la llevó al siquiatra cuando se quiso separar; ¿qué se dice de una mujer mayor cuando se viste con una moda que la publicidad considera «para joven»?; ¿qué mote se le coloca al hombre ‘afeminado’? Cuando Sandra, una mujer ‘aguantadora’, le exigió por primera vez a su marido que se hiciera un tratamiento antialcohólico, él le dijo acongojado: «ahora me doy cuenta del daño que te hago, te estoy volviendo loca, vamos juntos a una terapia» (¡plop!).

VIDA COTIDIANA Y ‘DEBERES’
«Ando desganada, cansada, y no sé de qué… si estoy en la pura casa».
Cuando una mujer está deprimida, hay que saber qué pasa con sus rabias. «La ira es como un volcán», explica la sicóloga Viviana Castro, «si una se sienta sobre él, para retener la explosión, gasta mucha energía y queda sin ganas de nada».
¡Qué fastidio! deberse al hogar en vez de a mis sueños, o coser los botones de las camisas de mis hermanos, mientras ellos estudian para su prueba…
La mayoría de las veces ni siquiera logramos sentir la rabia, ésta permanece en el inconsciente. Una especie de ‘automático’ se enciende y evita que nos demos cuenta de la frustración. Entonces buscamos razones (racionales) para lo que estamos sintiendo y a menudo nos culpabilizamos: «es la edad», o «soy demasiado jodida». 

LA PEOR CARCEL: LA PROPIA
Según estudios, los «motivos más frecuentes de consulta terapéutica de las mujeres están ligados a dificultades de su pareja, sus hijos, o de miembros de la familia de origen». Es decir, las mujeres no llegan por sus propios problemas a la consulta, sino por los de los demás.
En los talleres de esposas de alcohólicos, adictos, e incluso de mujeres golpeadas, pasa algo similar. «Vengo para aprender a ayudarlo», «por los niños», dicen.
Su propia angustia queda invisible, y se hacen responsables de la sanación emocional de otros.Así refuerzan dos ideas machistas sobre las mujeres: que siempre DEBEN PODER ayudar a los demás; y que son, en alguna medida, culpables por los tropiezos de la familia entera: ‘a lo mejor ella no lo comprende y por eso él toma’, ‘tal vez lo provoca y por eso le pega’.

DIFERENCIAS CREADAS
Cuando Denise, casada poco más de un año, fue al sicólogo y le dijo que sentía que le «faltaba algo en la vida», el terapeuta le preguntó por su situación económica, su marido, su guagua. Eso está bien, «él es profesional, me quiere, el niño es sano». Recibió tranquilizantes y la siguiente explicación: «Tu vida pasó de soltera a casada y madre, las personas necesitan acostumbrarse a las nuevas situaciones».
En cambio, cuando un hombre está deprimido, a menudo recibe revitalizantes en la consulta siquiátrica.
Ella tiene que tranquilizarse para adaptarse a la realidad social que ‘le toca’, el hogar -mundo privado- y sus responsabilidades (aunque trabaje también fuera).
El necesita activarse para ser agresivo y tener éxito en la empresa que ‘le corresponde’: el mundo laboral, la ciencia, la política, lo público.

CIENCIA MACHISTA     
A todo lo que sucede dentro de la vida familiar se le llama ‘trivial’, es decir ‘sin importancia’.
-Tuve un contratiempo familiar.
-Esa no es razón para faltar al trabajo.
Mientras que un contratiempo laboral, o directamente el trabajo de siempre, sí parece razón suficiente para llegar tarde -o faltar- en la casa.
La socialización -crianza en familia, educación que nos da la escuela, conversaciones con nuestros pares, mensajes de la TV, minimiza la importancia de la vida cotidiana y esconde la discriminación contra las mujeres. De eso no se habla. Mucho se dice sobre cómo se es una ‘buena esposa, pero a ninguna mujer se le previene contra la posibilidad de un marido golpeador.
Quien calla otorga. No hacer mención de aspectos importantes de un fenómeno social como la condición de la mujer, no es ser ‘neutral’.
La sicología que no alerta a una pacienta sobre lo dañino de una actitud de sometimiento, pasiva, autorepresiva, y le pide ‘adaptarse’ a ‘su rol’, discrimina negativamente a la mujer.

LA SALUD ES UNA SOLA
No se separa la salud mental, de la salud física, de la salud social.
Las mujeres somos seres sociales y estamos inmersas en una realidad específica. Muchas de nuestras dificultades surgen de esa realidad en la que no sólo somos objetos de la discriminación, sino también sujetos, o sea discriminamos a otras, enseñamos conductas machistas, nos autorreprimimos.
De pequeñas nos enseñan a no sentir rabia y a agradar: «si te portas mal, no te quiero más». Para que nos quieran, hay que ‘portarse bien’. Algo parecido nos pasa en relación a la sociedad. Seguimos las reglas para que nos acepten. Tratamos de no demostrar agresividad, de calzar abnegadamente con el modelo de madre-esposa-buena dueña de casa-, a veces sexy, que ‘nos vende’ la sociedad. De allí que permanentemente, nos hagamos responsables de los fracasos de los demás, y nos culpabilicemos. Tememos incluso reconocer malestares y exigir respuesta a nuestras necesidades, ‘tanta’ reivindicación puede sonar a ‘loca feminista’.
Todo esto tiene, para las mujeres, duros costos sicológicos y sociales.

SOBREEXIGENCIAS
Me enferma:
-Despertarme y sentir una presión muy grande sobre mí: llegar puntual al trabajo, luego de dejar organizadas ciento cincuenta cosas para el día, vestirme como puedo -me pinto en el viaje-, vestir a mis hijos, preparar el desayuno, despertar a mi marido, cuidar que los niños/as no se ensucien antes de salir, controlar mochilas del colegio y delantales listos, pensar y organizar la comida para la noche, tener en cuenta lo que hay que comprar, el cálculo del dinero…
-Que mi marido me interrumpa en medio de mi trabajo, llamándome por teléfono para ‘preguntar’ qué puede hacer porque se olvidó de decirme que justo hoy, tiene una reunión a las seis y no podrá ir a buscar a la niña al jardín…      
-No poder dormir bien porque la guagua pide agua, chupete, pichi, y él no oye.

FALTA DE VIDA PROPIA
Me enferma:
-No disponer de tiempo para mí. No tener un espacio propio para mis secretos, mi relajación, mis fantasías.
-Haber renunciado a ese viaje porque me iba a casar y después iba a hacer todos los viajes que quisiera junto a él…

PODER Y CONTROL SOBRE MI
Me enferma:
-Que mi esposo me interrumpa cuando hablo. Que haga chistes sobre mis ideas, mis opiniones, mis gustos.
-Hablar y que no me contesten, como si yo no existiera.
-Pedir plata.
-Que cambien el canal sin consultarme, o prendan la televisión en mi dormitorio, sin preguntarme si la quiero ver.
-Hacer el amor sin ganas, no decir NO porque me siento culpable, y pienso en eso de ‘que el hombre debe estar satisfecho sexualmente para que no busque amantes’.
-Recibir órdenes de alguien que es un igual, por ejemplo, mi marido.
-Que hagan bromas sobre mi cuerpo, o me presionen para que adelgace.

DIALOGO CONSIGO MISMA
Llegar a estas ideas y sentimientos fue todo un logro para las mujeres que las expresaron en consulta o taller terapéutico. El ‘Darse Cuenta’ no sucedió de un día para otro. Antes de descubrir presiones y autorrepresiones, ‘le echaban la culpa al empedrado’. Hizo falta un diálogo interno entre la que sentía rabia y la que se culpaba por eso, entre la quería decir no y decía sí…        
Algunas escribieron en una libreta cada cosa que hacían durante el día y acompañaron eso de un comentario sobre lo que sentían en ese momento. Para muchas fue la primera vez que se preguntaron ¿cómo estoy ahora?

Hay dos lógicas rondando el mundo: la que despotamente nos dice COMO DEBEMOS SER, y la que busca dentro de sí misma COMO QUIERO SER.
La primera nos enferma, nos adaptamos a ella, o sea nos acomodamos a unas reglas ‘cocinadas’ de antemano.Atenernos a la segunda no es fácil, pero significa amarnos y desde ahí, sanarnos.

Fuente: «El malestar silenciado. La otra Salud Mental». Isis Internacional.

FUENTE: PUNTADA CON HILO, AÑO 1, Nº 4, NOVIEMBRE 1994