ESTA MUJER TIENE NOMBRE, SE LLAMA MARCELA RODRÍGUEZ VALDIVIESO [1]
No la pudieron condenar por la muerte de gendarmes al interior del recinto hospitalario por falta de pruebas entonces la condenaron por un hecho ocurrido en las afueras del Hospital: “maltrato de obra a carabinero en servicio con resultado de muerte”, según reza la sentencia de la Corte Marcial del 28 de diciembre del año 1998.
X victoria aldunate morales,
Desde la calle se avista en el 4º piso del Hospital de Infecciosos Lucio Córdova, a varios gendarmes armados… “Ahí está la mujer metralleta” comenta un hombre queriendo explicar el espectáculo. La verdad, Marcela está en una silla de ruedas con una incapacidad mayor a 2/3 de su capacidad física total. Entre otras cosas, debe ser sometida cada tres horas a la colocación de una sonda que se introduce por un orificio en el ombligo para descargar la vejiga, y cada instrumento que se usa debe ser manejado con sumo cuidado, de no ser así puede contraer infecciones urinarias que de prolongarse causarían un envenenamiento a la sangre y la muerte.
Hoy tiene 48 años recién cumplidos, está condenada a 10 años y un día por tribunales militares. Es parapléjica crónica aunque el día 14 de noviembre del año ‘90 cuando la detuvieron herida, solo había quedado parapléjica… En la prisión preventiva en el Hospital de Gendarmería no le dieron chance de rehabilitación.
Mentalidad torturadora aquella que somete a negligencia a su acusada, a la que, dicho sea de paso, no le ha probado nada más que lo que ella misma reconoce, su participación en la evasión de un detenido -causa por la cual en Chile se condena por lo general a 541 días de cárcel-. Pudiendo haber revertido en parte su condición de salud no lo hicieron: “Un minusvalido en mis condiciones, con una terapia intensa, continua y permanente de unos pocos meses puede lograr vestirse por sí mismo, obtener fuerza en los brazos para trasladarse de la silla de ruedas a la cama y viceversa… Todo lo anterior pudo haberse logrado, pero la prisión preventiva de un año y 3 meses y la imposibilidad de terapia rápida en el recinto carcelario de Gendarmería, impidió mi tratamiento”, dice Marcela Rodríguez en la carta en que solicita el indulto presidencial -que aún espera- fechada el 19 de octubre de 1999.
En aquella misma detención, para poder realizar sus necesidades básicas, le conectaron una sonda constante en la vejiga, solución que se puede aplicar por periodos limitados de tiempo, pero que a ella se le aplicó por varios meses, el resultado fue la rotura se las paredes del conducto uretral.
¿Quién es esta mujer?
Pobladora del sector sur de Santiago, en los años ‘60 participó en movimientos juveniles, luego del ‘73 fue secretaria en una oficina de arquitectura, tuvo dos hijas que murieron por fallas hepáticas al poco tiempo de nacer en el ‘76 y en el ‘78. Unos años antes había estudiado en la Universidad Técnica la carrera de Tecnología en Tejido que no terminó. Durante los 17 años de dictadura participó en la lucha contra Pinochet y considerando que “el reemplazo de la dictadura militar por un gobierno civil solo cambió algunas cosas…”[2], se unió al rescate desde el Hospital Sótero del Río de Ariel Antonioletti.
Luego de la prisión preventiva, gracias a la solidaridad internacional como a la de instituciones y personas chilenas obtuvo la libertad provisional. En los años que siguieron trabajó en “Armamater”, un taller de juguetes artesanales que contrata a discapacitados. Ha sufrido 17 diversas operaciones en 8 años… pero Marcela no siente que hayan mejorado su condición, y no es solo su sensación, el informe médico Nº 6446 del Servicio Médico Legal al Ministerio de Justicia del 10 de junio de 1999 revela que Marcela Rodríguez “requiere de procedimientos y técnicas médicas que la paciente no dispone en su tratamiento actual… y que no puede desarrollarse en el territorio nacional , dado que no existen centros especializados en terapia de parapléjico crónico complicado”, es decir, luego de hacerse crónica su afección, ya no es posible en Chile alcanzar un nivel de mejoramiento que le dé relativa autonomía personal. En Europa en cambio se cuenta con esas posibilidades.
Fue herida por la espalda
La camioneta avanzaba hacia el norte y el disparo que lesionó su tercera vértebra vino del sur.
No la pudieron condenar por la muerte de gendarmes al interior del recinto hospitalario por falta de pruebas entonces la condenaron por un hecho ocurrido en las afueras del Hospital: “maltrato de obra a carabinero en servicio con resultado de muerte”, según reza la sentencia de la Corte Marcial del 28 de diciembre del año 1998. Esto supuestamente sucedió en plena huida, no hubo ningún testigo. Es más, no se realizó ninguna pericia para comprobar que la acusada pudo haber disparado un arma, no hay informes que hablen de residuos de pólvora en sus manos. La condena también omite que el balazo lo recibió por la espalda, posición contradictoria con la acción de dispararle a un carabinero que la perseguía.
La independencia de los tribunales militares chilenos es bien conocida, en este contexto tampoco deberá extrañar su burla: pide a la familia de Marcela $12.000.000 como fianza para dejarla en libertad…
A Marcela le duele “todo lo que puede doler”, toda la parte de su cuerpo que siente, y aunque conversa animadamente y tiene hasta la fortaleza de reír y ser acogedora con quien la va a visitar, se percibe que le está doliendo aún más que eso. Quisiera vivir con su compañero, quisiera salir por si sola a calle, quisiera ir sola al baño… No es mucho pedir, pero le estará siendo negado mientras se prosiga el ensañamiento con su salud y su cuerpo.
Hace pocos días la fueron a visitar médicos del Ministerio de Salud y el Vicario de la Pastoral Social, Alfonso Baeza. Luego de ello el Vicario declaró a la prensa su “extrañeza de que en nuestro país no exista una legislación especial para estos casos”, tras lo cual planteó que “si tiene que permanecer aquí, es de esperar que sea en las mejores condiciones”[3].
¿Cuáles serían esas condiciones que “los técnicos del ministerio están evaluando”, si viéndose en grave riesgo de contraer infecciones se encuentra en un Hospital para enfermedades infecciosas, y si ya el Instituto Médico Legal ha declarado que en Chile no hay condiciones para ella?
[1] Fuente: artículos de Victoria Aldunate Morales, en periódico impreso “La Firme” Nº 99/10 de marzo 2000/“Esa mujer tiene nombre”. Artículo no publicado del año 2000: “UNA MUJER PARA LO QUE NO HAY “MEDIDAS HUMANITARIAS” EN CHILE”.
[2] Solicitud de Indulto Presidencial de Marcela Rodríguez V. 19 de octubre de 1999
[3] “La Nación”, 25 de febrero de 2000