CARNE DE CAÑÓN A PRECIO DE CAFÉ… (1995)
Trabajadoras de Cafés Para Hombres
«CARNE DE CAÑON» A PRECIO DE CAFE
x Puntada con Hilo
«Llega el mino con poder económico, insinúa: ‘quiero que tú me sirvas’. Obedezco y le muestro las piernas, me guste o no, porque para eso me contrataron… Somos carne de cañón», reflexiona Tania, de 23 años, quien tiene estudios superiores que no pudo seguir pagando y ha sido trabajadora de Café en repetidas ocasiones.
Los empresarios que lucran con el trabajo de estas mujeres, quieren que luzcan llamativas. Las visten con vestidos strech, escotados y cortísimos. Algunos de los uniformes tienen una pequeña pinza justo bajo las caderas. Se crea la ‘ilusión’ de que se va a ver ‘más de la cuenta’…
El sistema de Cafés Para Hombres, no vende sólo café.
VOYERISMO MUY BARATO
La infraestructura es mínima, no ofrecen gran cosa al público: una barra y un mesón angosto que deja ver las piernas de las garzonas. Lo más caro en la ‘ambientación’ son los espejos en todos los muros que recuerdan las habitaciones de moteles para parejas.
El factor clave es verlas a ellas, porque gracias al reflejo, de frente o de soslayo, igual se obtiene ese ‘servicio’.No habría negocio sin exhibición de mujeres.
QUE CALIDAD LABORAL
Paradas con tacos altos ocho horas, sin pausa de colación, seis días a la semana.
Llevan vestidos muy cortos y escotados en invierno o verano.
De las 7:30 a las 15:30, o en la jornada siguiente, sirven a ciento veinte clientes en promedio, un usuario cada cuatro minutos. Pero, observamos a una trabajadora atender a tres personas en sólo dos.
La posición es incómoda, imposible agacharse por lo corto del vestido; imposible sentarse pues está la prohibición tácita: no hay pisos. La contaminación acústica es constante.
PUNTADA CON HILO observó que algunos problemas de salud se repiten en siete encuestadas de tres grandes cadenas de Cafés: malestares a la columna, dolores de cabeza sistemáticos, problemas respiratorios relacionados con el frío y el smog. Variadas afecciones de salud mental, según los diagnósticos de siquiatras consultados por tres entrevistadas antes de este reportaje: neurosis y stress crónico.
QUE TRATO
Disponen de un sueldo de 52 mil pesos; dos vestidos, uno de invierno y otro de verano; un pedazo de mesón para atender a sus clientes, y tazas y platillos. Sería todo.
El maquillaje, las medias, los zapatos, las cucharas del servicio y hasta el estropajo para limpiar el mesón lo colocan ellas.
Obtener la preparación del café de parte de los maquinistas ‘express’ también es su tarea, porque los jefes se ocupan de colocar restricciones, pero no de facilitar la convivencia laboral.
Así, las mujeres que sirven, deben entregar a los hombres que preparan el café, una parte de sus propinas. En algunos casos, un tercio, en otros, una cuota fija.
«Es injusto. Soy yo la que muestra el cuerpo, es la razón por la que recibo propinas, ¡y después tengo que entregar plata al maquinista…! ¡eso es mafia!», reclama Lorena, de 18 años, estudiante que trabaja hace tres meses en un Café céntrico, hasta el momento sin contrato.
QUE GANANCIAS, QUE COSTOS
Las malas maneras de los jefes cuando, por ejemplo, la empleada va al baño ‘sin permiso’, la pelea con el sector masculino que reclama propinas, la competitividad entre ellas mismas por el límite invisible de su pedazo de mesón, están a la orden del día.
Así, el sueldo mínimo no es un incentivo para ninguna mujer, pero las propinas, sí.
Todo depende más que de la belleza, según opinan las entrevistadas, de la rapidez y la práctica. «No hay que derramar café y hay que colocar el vaso de agua al mismo tiempo que sonríes, saludas, recuerdas el nombre del cliente y le preguntas por su salud y su trabajo; todo, en el mínimo de tiempo».
Se puede dar el caso que tengan que recetar tecitos para el dolor de estómago o de cabeza, y que deban oír historias de amores frustrados, o «consejos sobre qué tipo de sostenes y calzones vestir».
El costo va de la necesidad de entregar un ‘servicio de Geisha’, hasta soportar groserías.
HUMILLACION LEGITIMADA
Patricia de 25 años, soltera, y madre de dos hijos de corta edad, vive en Estación Central; fue trasladada hace unos meses a su actual lugar de trabajo en el centro, porque se destaca en belleza. Antes servía en un local menos concurrido, ahora saca 6 mil pesos diarios, antes la mitad, y acepta las condiciones: «El acoso es muy fuerte. Hay tipos que me esperan a la salida, me molestan, me insultan. Al otro día van al Café y yo les tengo que servir».
Pía, de San Ramón, casada, madre de una hija, cuenta: «Un día se me cayó una taza llena, estaba muy nerviosa, entonces me castigaron cambiándome al turno de la tarde. Me fue pésimo porque tenía todos mis clientes en la mañana».
Minerva de 38 años, habitante de La Florida, tiene un título de secretaria pero trabaja hace 16 en el sistema. Gana de 10 a 15 mil pesos diarios en propinas. Cerca de 300 mil mensuales sobre su salario (menos la cuota de los maquinistas). Es jefa de un hogar en el que el marido aporta 100 mil, y hay tres hijos estudiando. Dice que mantiene esta opción porque la necesita, aunque a veces le pesa. Son muchos los costos a pagar, entre ellos, siquiatra. Recuerda: «Este trabajo fue cambiando de a poco, antes las faldas eran apenas arriba de la rodilla y había sindicato. Ahora no hay nada que nos proteja, y son muchos los atropellos… Por ejemplo, un día llegó el dueño, miró a una compañera y dijo: «¡Echenla!». Hasta ahí llegó ella… Yo tirito cuando él aparece. Perder el trabajo, a mi edad sería mi ruina».
SEDUCCION, PODER Y CAPITAL
-¿Tus pechugas son de silicona o verdaderas?
-Me las compré con tus propinas- responde una osada.
-¿Cuántas transacciones financieras tengo que hacer en la bolsa para tenerte?
-… – silencio, el jefe anda cerca.
Como en el Círculo de la Violencia que describen las sicólogas, hay Luna de Miel luego de las groserías. Para la Pascua ellos regalan; flores, tarjetas, anillos, relojes de oro.
Tania, la entrevistada que abrió nuestro reportaje, reflexiona: «Una puede estar en un Café por muchas razones, por pobreza, por la inconciencia de estar siendo un objeto sexual, por soledad, por un desorden emocional absoluto, incluso puede gustarme… Creo que nadie más que una misma sabe sus secretos más íntimos.
Hay algunas que creen que acá van a encontrar al príncipe azul, que va a llegar un tipo de plata y se va a casar con ellas.
Yo me enamoré de un viejo, ese fue el error, porque me dejó. Las mujeres que trabajamos en esto podemos ser poderosas si sabemos combinar sensualidad con inteligencia, y, en ese caso, los hombres pueden ser los objetos más rentables de este mundo».
Su amiga, Lorena, complementa: «Le encuentro razón, pero me duele. De repente me siento muy rara cuando un gallo me invita a salir… Después de negarme, me pregunto: ¿por qué no?.. ¿Acaso no estoy acá por plata? En ese momento me da mucha rabia conmigo…».
Hay un límite en que el PODER de la ‘Seducción femenina’ se vuelve DESPODER ABSOLUTO.
Cuentan que una trabajadora X, fue la estrella del Café más antiguo de Santiago por mucho tiempo. Hermosa, inteligente, era filmada por la televisión como un souvenir muy preciado.
«Fue amante del dueño y se jactaba de que jamás la despedirían. Pasaron los años y se hizo la querida del gerente. La echaron. El cambio fue muy desfavorable».
El rayado de la cancha es masculino, y ellos juegan a ganador porque tienen el capital.
¿JUZGAR O SOLIDARIZAR?…
Las sociedad machista divide a las mujeres en ‘buenas’ y ‘malas’…
-Nosotras somos las malas-, entienden las entrevistadas.
-La gente nos juzga groso, sin vivírsela. Las mujeres que entran al Café nos miran muy mal-, relata una trabajadora.
-Sé lo que están pensando: «estas minas son unas guevonas bonitas, nada más»… Pero fíjate que así y todo preferiría que llegaran más mujeres, porque los hombres ¡puchas que molestan!- es la opinión de otra consultada.
NEGOCIO FACIL Y REDONDO
Se dice que es un trabajo «fácil».
Lo que tiene de fácil, es que el horario aunque muy duro, es de corrido, y eso en una sociedad en que las mujeres ‘deben’ hacer el trabajo doméstico es preciado por madres y esposas.
Junto con eso, en un sistema de Libre Mercado, donde para estudiar hay que pagar, esta ocupación no exige diplomas, y ahí está el «negocio redondo», explica Lorena: «A los patrones les conviene pedirnos poco estudio, así nos pagan el mínimo, ellos saben que con esa plata no vamos a vivir, así es que con la baja remuneración nos presionan para que atendamos bien a los clientes en busca de una buena propina».
Un lógico círculo vicioso, en que el vicio no es de las trabajadoras.
DES-SINDICALIZACION: DES-PODER FEMENINO
Hasta el año 80, en el Café más antiguo de Santiago hubo un sindicato que fue aniquilado por la legislación laboral de Pinochet y el miedo de las trabajadoras ante la realidad: ‘boom financiero’, cesantía y represión.
Hoy están atomizadas por la ausencia de sindicatos, sin embargo las entrevistadas reclaman derecho a horario de colación, facilitación de los implementos básicos para el trabajo y Salas Cunas. Esto último, porque cada empresa de Café posee a lo menos tres locales, con diez trabajadoras en la mañana y diez en la tarde, o sea emplea un mínimo de 60 mujeres entre cajeras y garzonas, la gran mayoría mujeres con hijos que cuidar.
Todas mujeres trabajadoras.
Nota: Agradecemos la orientación para este artículo de las sociólogas del CEM: Nora Schlaem, Ximena Díaz y Julia Medel.
FUENTE: PUNTADA CON HILO, AÑO 2, Nº7, MAYO 1995