Banderas y protesta en Georgia (Mayo 2024)

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Después de la guerra de 2008, Rusia reconoció a Abjasia y Osetia como estados independientes, pero Osetia subcontrató la gestión de las fronteras a Moscú. Se dice que hay cercas, alambres de púas, barreras, zanjas y una infraestructura de observación, que atravesarían los patios de las casas de las aldeas georgianas.

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Hombre fuera de metro de Tiflis (Tbilisi, Unión Europea) envuelto la baandera de la U.E. Unión Europea, abril 2024, previo a una marcha que fue duramente reprimida (foto: puntada con hilo abril 2024)

X victoria aldunate morales[1]

El Parlamento de Georgia acaba de aprobar la última lectura del proyecto de ley sobre “agentes extranjeros” (o “ley rusa”) y este 14 de mayo creció aún más la protesta en Tiflis (Tbilisi), capital de la República de Georgia. Cientos de personas, envueltas en las banderas de Georgia y/o de la Unión Europea, especialmente por las noches -luego del trabajo y las clases- protestan en las calles y en las afueras del Congreso.

Para esta observadora sudaca, no parece tratarse solamente de conflictos creados por el “monopolio mundial” entre Rusia y la Unión Europea, tampoco –y para nada- una lucha entre Capitalismo y alguna supuesta “alternativa” a éste, porque todos los “villanos” implicados son ultracapitalistas, aunque unos -más que otros- erigidos en custodios de la moral odiante. A pesar de todo lo que se cocina entre imperios, la protesta popular parece tener una búsqueda genuina. Desde el resentimiento contra el racismo ruso y el sovietismo (supuestamente revolucionario) de discriminación y razzias, hasta el deseo de ser “blancos”; contra el colonialismo y las ocupaciones de siglos (tanto por el Zar como por la llamada “URSS” -Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y su revolución degradada-).

El Caucaso no es Europa Occidental, pero la aspiración por ser parte de la Europa “blanca” se intuye compleja y algo disonante en Georgia. Se observan un montón de matices, pero claro está, habría que ser georgiana para comprenderlos a profundidad. Lo que sí parece observarse más claramente es que el rechazo contra la nombrada “ley rusa” es realmente aplastante y multitudinaria.

Centro de Tiflis abril 2024 (foto: puntada con hilo)

¿Qué pretende la “ley rusa”?

Que las ONGs y otras organizaciones, entre ellas las de disidencias sexuales y mujeres, que reciban más del 20% de su financiamiento del extranjero, se registren como “agentes de influencia extranjera”, lo que significará pagar carísimos requisitos para divulgar sus ideas y muchas multas punitivas en caso de decir cuestiones que contravengan la moral odiante y/o defender a gente perseguida por su disidencia.

Una ley similar hizo el homofóbico y patriarcal Vladimir Putin en Rusia, lo que le ha permitido perseguir a cualquiera que critique y denuncie sus abusos y violaciones a los Derechos Humanos.

El partido gobernante “Sueño Georgiano”, mantiene un discurso ambiguo entre querer unirse a la UE y a la OTAN, y la presidenta Salome Zourabichvili, que parece sostenerse en el poder más como una imagen, habría dicho que vetaría la ley “de agentes de influencia extranjera”, pero su decisión puede ser anulada por el Parlamento que está controlado por el partido “Sueño Georgiano” y sus aliados.

Los gobernantes de Georgia alegan que dicho proyecto sería “necesario para promover la transparencia, preservar la soberanía del país y combatir los ‘valores pseudoliberales’ promovidos por extranjeros”. Pero es muy probable que aquello que los gobernantes de Georgia llaman valores “pseudoliberales” tenga más que ver con su moralina discriminatoria sexual y de género y con su miedo a las disidencias políticas, que con el rechazo a las leyes del mercado. Bidzina Ivanishvili, fundador del partido gobernante (“Sueño Georgiano), de quien se dice “maneja los verdaderos hilos del poder”, ha cultivado relaciones económicas con Moscú y es un multimillonario con ni un pelo de “socialista”.

El primer ministro actual, Irakli Kobakhidze, se empeña en seguir adelante con la “ley rusa” y ha dicho que lo hará “a pesar de la oposición de jóvenes engañados que sienten resentimiento hacia Rusia”.

Tiflis, abril 2024 (foto: puntada con hilo)

Proceso de fronterización (anexión rusa) de Osetia del Sur y Abjasia

¿Por qué habría resentimiento con Moscú? Bueno, Rusia invadió a Georgia en 2008[2] y en 2013 inició un proceso que llaman “fronterización”. Georgia ha estado en guerra con Rusia tres veces y en dos regiones del norte georgiano, Osetia del Sur y Abjasia, gobiernan aún fuerzas separatistas pro-rusas.

En Osetia y Abjasia los guardias fronterizos rusos mantienen el control, mueven la frontera a su antojo y se dice que quieren volver a los tiempos de la URSS.

Después de la guerra de 2008, Rusia reconoció a Abjasia y Osetia como estados independientes, pero Osetia subcontrató la gestión de las fronteras a Moscú. Se dice que hay cercas, alambres de púas, barreras, zanjas y una infraestructura de observación, que atravesarían los patios de las casas de las aldeas georgianas.

Según Amnistía Internacional cerca de 30 personas son arrestadas y/o secuestradas en esa frontera, cada mes. Las víctimas son personas que simplemente están intentando llegar a sus tierras o visitar familiares en su propio territorio. Desde que se registró el proceso de fronterización (2013), más de 800 ciudadanos han sido detenidos por las “entradas ilegales” a sus campos. Actualmente, los pasos fronterizos permanecen cerrados los primeros 20 días de cada mes, en los que no se permite el tráfico de personas.

Violaciones a los DDHH de ambos bandos[3]

Amnistía Internacional investigó y denunció graves violaciones a los derechos humanos tanto por agentes de Rusia como de Georgia, y en 2023 con nuevas investigaciones comprobó que se ha intensificado la propaganda contra los derechos sexuales y de género, que los manifestantes LGTBIQA+ fueron atacados por violentos antiderechos, y que la policía no actuó para protegerles, que sigue siendo habitual la violencia contra las mujeres, el gobierno georgiano no protege a víctimas de violencia machista, ni aborda este problema a pesar de su alta incidencia y gravedad.

En Abjasia y Osetia del Sur, Región de Tsjinvali, sigue restringida la libertad de circulación habiendo por esta razón homicidios, detenciones arbitrarias y malos tratos por parte de agentes del Estado ruso. Hay torturas y tratos degradantes a disidentes y opositores al proceso de “fronterización” llevado a cabo por Moscú[4].

Desde que la franco-georgiana Salomé Zourabichvili, asumió la Presidencia de Georgia en 2018, este país se ha intentado acercar a la Unión Europea (UE) y es “candidato oficial”, según dicen, para ingresar al bloque UE. Por otra parte, se dice que no es ella quien gobierna sino el súper-rico oligarca fundador del mismo partido gobernante (“Sueño Georgiano”), quien prefiere a Putin. Pero la tensión entre la identidad europea y la influencia histórica rusa, iría más allá de esos personajes. Con todo, si se termina por aprobar la “ley rusa” (“agentes de influencia extranjera”), la Unión Europea ya les ha sentenciado que deberán olvidar sus aspiraciones a ser “europeos”.

En medio de la gentrificación georgiana con demasiadas y modernas farmacias en cada cuadra y edificios ultra nuevos, se siguen sosteniendo pasajes enrejados tipo conventillos y personas pidiendo dinero y durmiendo en calle. Rusos y rusas, mujeres grandes y nietos niños, se ven en tipo comunalkas (un remedo de conventillos que en Rusia soviética también existían –al menos en los 80- y en los que vivían mayormente intelectuales). Es que son muchos los rusos que escaparon a Georgia para no ir a la guerra, y se ven empobrecidos y aislados.

La gente georgiana no quiere hablar en ruso, se niegan a ello por decisiones que llaman “políticas”; también se oyen palabras que jugarían el rol de insultos (xenofóbicos y racistas), por parte de algunos manifestantes como: “¡esclavos!” y “¡rusos!”, y que gritan a los políticos que aprobaron el proyecto de ley “de agentes de influencia extranjera” en el Congreso.

En fin, para esta observadora sudaca, no deja de percibirse nacionalista y aspiracional a la blanquitud, tanta gente enrollada en banderas, ya sean georgianas o de la Unión Europea, pero es claro que hay mucho más que eso, una historia larga de abusos colonialistas y revoluciones degradadas.

[1]La autora estuvo a inicios de Mayo 2024 en Tiflis en un encuentro de feministas

[2] https://www.france24.com/es/europa/20240511-georgia-protesta-contra-la-ley-de-agentes-extranjeros-atrae-a-decenas-de-miles-en-tiflis

[3] https://www.amnesty.org/es/wp-content/uploads/sites/4/2021/05/EUR040042008SPANISH.pdf

[4] https://www.amnesty.org/es/location/europe-and-central-asia/eastern-europe-and-central-asia/georgia/report-georgia/ Georgia 2023 Amnistía Internacional.