ANA MARÍA DEL RÍO, AUTORA DE LA SEÑORA K (1995)

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(Detalle original de la entrevista Nº9, 1995)

ANA MARIA DEL RIO, ESCRITORA
EL GRITO DE LA DE LA SEÑORA K
Sin marido y sin hijos, la señora K no está sola. Se tiene a sí misma. Su cuerpo es la materia para crear. Su sexualidad un deseo abierto… Y sus manos, lengua, saliva, pechos, pezones, ombligo, pubis, clítoris… le entregan por primera vez, ‘a su edad’ -es un ‘señora casada y con hijos’- el placer propio.
Nunca más la sensación de estar abajo en una carrera loca por ‘atrapar el orgasmo’. No. Ha decidido dejarse sentir y explorarse y se reconoce completa -no la mitad de otro-. Persona sexual -no ‘mujer sensual’-. Gozosa -no objeto de gozo-. Deseosa y no sólo deseable.

«Los siete días de la señora K.» nos regalan a una mujer que descubre la masturbación, el placer y un amante.
Una señora, tal vez representativa de millones, que permaneció entre cuatro paredes hasta que la escritora Ana María del Río se atrevió sacarla a luz, hace un par de años, para recordarnos que las mujeres no somos «de corcho», sentimos en carne y no sólo en alma.

¿Cuándo descubriste que la masturbación podía ser buena, noble y no pornográfica, sucia o culpable?
¡Todo un rollo! La típica masturbación de chica fue descubierta por alguien que abrió mi puerta… y ¡ene culpas! ¡me confesaba hasta de pensar que iba a pensar en ‘eso’!…
Curiosamente, la sana y placentera, surgió de una manera bastante biológica, cuando estaba esperando a mi hija, algo pasó en mi cuerpo, se abrió.
En la escritura, le di a la señora K. una salida ideal a la situación de no-goce en que se encontraba, una salida que no abunda, lo sé, pero fue para eso que escribí el libro, era una obsesión, quería gritar que eso nos pasa y que hay muchas posibilidades de placer para nosotras».

ASERTIVA Y MIRONA
La autora tiene 46 años y es madre de tres hijas, «una parida y dos de mi pareja». Advierte que se siente mejor diciendo la verdad, que no siempre se atreve y que cuando no lo logra le salen respuestas «sin mucho contenido».
Relata que fue madre soltera antes de establecerse con su actual marido, que comenzó su relación con él cuando todavía estaba casado con otra mujer, que luego ella murió en un accidente y que «por eso, las niñas vinieron a vivir conmigo». Reflexiona sobre lo difícil que ha sido esa maternidad «porque no me parezco nada a la novicia rebelde», pero aclara que hoy puede hablar relajadamente con sus hijas de todo esto.
Queda claro que no se siente por encima de tropiezos y aprendizajes.
Se reconoce ‘mirona’, cuenta que gusta de observar a la gente en la calle o en las micros porque cree que ahí está lo fundamental, en «lo cotidiano, en esos detalles que no están hechos para ser vistos»…
De seguro, así, mirando la vida y viviéndola, descubrió aquello, que casi no se dice y menos se muestra, de las mujeres.

TENER AMANTE…
La señora K., luego de su hallazgo es ‘infiel’, pero no está yendo de un marido fome y lejano a un amante audaz y secreto…
«Es más bien la confirmación de que el placer es posible, que su edad, sus arrugas, su vida, acrecientan el goce propio, el que ella descubrió. Ese otro hombre no es imaginario, acudiendo a la tradición latinoamericana en que lo ficticio es lo real y lo real, lo imaginario, su aparición es ambigua, difusa, pero verdadera. Es borroso, porque ella es la importante, porque ella no está cambiando de dueño en esa relación, sino experimentando… Yo diseñé ese amante real y no encuentro culpable a la señora K. No me parece mal que se sane y resuelva sus trancas de diversas maneras, entre ellas, de ésa. Si en su proceso sexual apareció otro hombre que no es su marido, creo que está bien».

DUDAS CON EL LIBRO
«No me decidí rápidamente a publicar la novela. Pertenezco a una familia muy religiosa.
Cuando mi hermana, una persona que vive muy consecuentemente su fe, lo leyó, me dijo que ¡por ningún motivo!… y el libro estuvo en mi escritorio mucho tiempo… Quería otra opinión y se lo llevé a una sicóloga amiga, porque tenía la seguridad de que su crítica sería honrada. Me llamó esa misma noche y me dijo: ¡Publícalo porque en mis terapias tengo por lo menos a unas cien señoras K.». Lo envíe a Planeta y el editor, que sabe lo que hace, me dijo que había que bajarle las tintas al marido, que no podía ser tan espantoso. Era gritón, vociferante, pedía calcetines, camisas limpias, mandaba… Estuve de acuerdo, demasiado… aunque yo conozco a esos maridos, existen, los he visto en esposos de tías. De tan machistas en la vida real, no son creíbles en la literatura. Hice caso y resultó bien».

«¿TE LA PUEDES CON ESTA MUJER?»
En cualquier caso, el machismo tácito del esposo se topará un día con la revolución de la mujer. Modelos patriarcales y mujeres cambiando, co-existimos… ¿qué va a pasar cuando cerremos el libro…?
«Cuando el esposo (que está de viaje durante esos siete días) vuelva, se va a encontrar con una mujer muy segura de sí misma y de su sexualidad. Va a ser como un elefante en los brazos y no va a saber qué hacer.
Ella no va aceptar el no-placer y no va a posponer sus búsquedas sexuales… El espera hallar a quien dejó, una sirvienta más o menos eficiente, y se va a encontrar con una tremenda sorpresa… tal vez se aterre y se vaya a buscar lo que yo llamo una ‘solución de mamá’, o sea, otra mujer que repita el esquema que a él le acomoda…
Por esto será que en el mundo real están apareciendo otros hombres, muy seductores, que se atreven a decir tengo miedo o que no salen corriendo cuando se encuentran con una mujer completa. Pienso que este cambio de actitud es un logro de la movida feminista, de las mujeres que hablan las cosas, que se comunican, que no aguantan, que se expresan. Es un desafío importante a los hombres de hoy. La mujer se desarrolla, crece en todos los sentidos y la pregunta es: ¿te la puedes con esta mujer?»…

FUENTE: PUNTADA CON HILO, AÑO 2, Nº 9, JULIO 1995