AMA DE CASA: TRABAJADORA SIN SUELDO (1994)
‘Dueña de Casa’
TRABAJADORA SIN SUELDO
x Puntada con Hilo
-¿Ocupación?
-Organización de la Familia. Limpiar, cocinar, lavar, planchar, criar hijos e hijas, comprar, ocuparse de colegios, consultas médicas, pensar en todo diariamente, desde temprano hasta tarde, siete días a la semana…
-¿Ingresos?
-Ninguno.
De atenernos a las reglas del oscilante mercado laboral chileno, una dueña de casa debería ganar más de seis sueldos mínimos.Veamos, en los avisos económicos a una asesora del hogar puertas adentro se le ofrece un sueldo promedio de $ 135 mil, y a una niñera $ 100 mil. Eso suma $ 235 mil. De seguro que nadie cobraría menos de $ 100 mil por la coordinación de la labor de esas dos trabajadoras juntas… Total: $ 335 mil.
En Chile, según estadísticas (1), cerca del 70 por ciento de las mujeres en edad de trabajar no se han integrado al mundo laboral formal y desempeñan ‘labores de hogar’… Concepto no siempre claro, ya que frecuentemente se complejiza. Muchas veces significa además cría de animales, manutención de huertos caseros, fabricación de vestuario y alimentos (todo para el consumo familiar), cuidado de nietos y sobrinos, en fin. Según estudios europeos, en cualquier país del mundo, el trabajo doméstico representa por lo menos la mitad del ingreso nacional total. Es una GANANCIA.
EL MITO
Pero no se trata de ‘cobrar’. La cuestión es que el trabajo doméstico no es un ‘trabajo femenino’, sino de toda la sociedad. Toda persona adulta y capaz, tiene la inteligencia y la fuerza para ocuparse de sus necesidades básicas y para compartir todas las tareas del hogar.
No hay razones ‘naturales’ para que la mujer ‘se deba’ a un rol reproductor y doméstico. Llevar a los hijos nueve meses en el vientre y luego amamantarlos, no nos hace criadoras únicas y vitalicias. Y es que si reflexionamos ¿por qué criar solas a quiénes engendramos entre dos? Asimismo, ¿por qué limpiar solas lo que ensucian todos?
La razón es la tradición, una costumbre que se transmite de generación en generación, y que como no es ley biológica -menos divina-, se puede cambiar.
CONTROL SOCIAL
La base de esta sociedad es la familia; ella tiene una distribución determinada del trabajo. A la mujer ‘le toca’ lo doméstico, una labor que la sociedad no paga, porque si hubiera que pagarla le costaría caro; pero también porque una persona, la mujer, sin autonomía económica -sin sueldo- es más fácil de someter; y si se encuentra convencida de ‘su rol’, lo hará sin chistar.
La labor de la dueña de casa es mano de obra gratis y aporta a la sociedad las condiciones básicas -higiene, nutrición-, para que los miembros de la familia salgan a producir, crear, aprender, hacer política… En definitiva, para toda realización del mundo público.
SOMETIMIENTO
Esa GANANCIA es el motor que estimula a la sociedad a privar de autonomía a las mujeres.Carmen, 40 años, cuenta: «Cuando mis hijos crecieron quise trabajar. Fui a un taller de costura y estaba casi aceptada cuando le conté a mi marido. Se enojó, dijo que lo único que yo quería era tener plata para andar bien pintarrajeada y bien trajeada…».
-¿Y eso es malo?
-Para él es terrible. Considera que cuando las mujeres salen de la casa y se arreglan, le van a poner el gorro al marido.
-¿Y tú qué piensas…?
-Que no es así, quiero trabajar para tener mi plata.
¿Por qué las mujeres ‘requieren permiso’ para salir al mundo público o sea, para trabajar fuera de la casa? Carmen se encontraría con otra miradas, con otras ideas, descubriría sus capacidades, y tal vez cuestionaría ‘su rol’… El trabajo doméstico, exclusivo de ella, empezaría a peligrar.
DEPENDENCIA ECONOMICA
Marta se casó ‘apurada’ e interrumpió estudios de contabilidad. Vivió veinte años con un marido al que dejó de querer.
Se dedicó al hogar, no le faltó lo material. «No busqué oportunidades, creyéndome incapaz porque no tenía diploma». Un día unos amigos que vivían en Europa abrieron una agencia de viajes. Le mandaron dinero y le propusieron que ella los ayudara desde Santiago. «Con miedo al fracaso pero aferrada a esa esperanza, cuando me sentía más sola pues mis hijos se habían casado y mi marido tenía otra pareja, aunque seguía viviendo conmigo, emprendí este negocio. Me fue bien y me separé».
-¿Por qué?
-¡Yo pregunto, por qué no lo hice antes!… ¡Me di cuenta que puedo!, sólo eso.
Puede que ni hayamos notado la dependencia, pero está ahí y nos oculta el PODER de la AUTONOMIA.
SINDROME DEL AMA DE CASA
Nerviosa, enojada, molesta, peleadora, a veces maltratadora de sus hijos… Artrosis por descalcificación y vicios posturales; obesidad por ansiedad; mareos, jaqueca, ahogos, dolores gástricos, molestias en forma de pinchazos, exceso de gases, hormigueo, temblores en pies y manos; angustia, miedo a salir sola, fobia a las enfermedades, convencimiento de estar grave, cansancio constante, indiferencia afectiva y sexual; todo esto, junto o por separado, se denomina síndrome del ama de casa.
¿Mucho trabajo? No, encierro, un aparato de TV por compañero, ningún reconocimiento a su trabajo, poco y NADA DE PROYECCIONES PERSONALES.
Sin realización propia (creación, amistad, ideal, etc.) se vuelven un hito las camisas perfectamente planchadas y la ropa limpísima. Son las únicas muestras de nuestro trabajo. La búsqueda de reconocimiento familiar a veces nos lleva a una extraña ‘adicción’ a la limpieza. Repasamos lo ya aseado, pero… ¿y después qué?
Nos damos cuenta que nadie nota lo bien que hacemos nuestro trabajo, y que más encima nos falta algo… Ahí nos enfermamos.
AISLAMIENTO
«Conozco mujeres que viven en una población de Santiago y no conocen el metro», cuenta una monitora de talleres de desarrollo personal.»No tengo con quien hablar. No tengo amigas, las puras vecinas. Necesito preguntar cosas sobre sexo, por ejemplo, pero… ¡se imagina hablar de sexo con las vecinas!».
-¿No sales nunca a tomar un café con alguien?
-No me dan ganas, porque como no lo hago nunca…
Hay mujeres que no pueden relajarse, porque se les vienen a la cabeza los niños y la culpa.
‘¡Que mala madre!’. Y una cosa lleva a la otra: ‘Quizás a dónde irá’. De la culpa directo a la rivalidad entre mujeres.
CULPA y RIVALIDAD son parte del CONTROL SOCIAL. Se siembra la competencia entre nosotras: la más bonita, la más simpática, la mejor dueña de casa…
SI ESTA HECHO NO SE NOTA
«Tenía la casa brillante, barnicé la mesa y las sillas, puse un florero, y él me dijo: ‘¡para qué trabajaste tanto!’.
Pero si salgo y no alcanzo a hacer una cama, pregunta: ¿por qué está la casa patas arriba?».Cuando un hombre cocina, amigos y familiares lo ‘celebran’, está haciendo algo extraordinario. Si más encima realiza otros menesteres, el consenso es absoluto: ese hombre es un tesoro. ¿Cuántas personas valoran de esa misma manera a las mujeres que diariamente trabajan en su hogar?
La mayoría de los trabajos domésticos no sólo no se valoran, sino que ni se notan, y como si eso fuera poco son una ‘creación’ que no perdura. «¡Cocino dos horas! y en la tercera, ya almorzamos y comencé a lavar las ollas sucias».
En definitiva, el trabajo doméstico como está planteado enferma y somete. Es necesario cambiar las reglas, tener un proyecto de vida propio, no quedarse en el mito, no reproducirlo con hijas e hijos, compartirlo, y despojarlo del adjetivo ‘femenino’.
Referencia
1. La Familia en Sudamérica, SERNAM 1992.
FUENTE: PUNTADA CON HILO, AÑO 1, Nº 4, NOVIEMBRE 1994