NOS INVITARON A EXPONER AL SERVICIO DE SALUD NORTE (PRAIS)
Para ser específicas, si vamos a «repartir bien la torta», que sea de tal manera que el 0,01, 0,1 y 1 % (los super-eneiquecidos, oligarcas y trasnacionales) del país dejen de concentrar cerca de la mitad de la riqueza del país.
Porque si los súper-enriquecidos, en 2013, concentraban la tercera parte de la riqueza en Chile; en 2023, 10 años más tarde, ya llegaban a concentrar casi la mitad de la riqueza.
Y no es cosa de que «mujeres y hombres pobres» ganemos salarios en equidad, pero sigan siendo de pobreza y saqueo.
X Lesbofeministas antirracistas Tierra y Territorio
El Foro se nombraba: «Repartamos Bien la Torta» y hacía alusión “a la equidad de debería existir entre hombres y mujeres, niñas, diversidades de mujeres y diversidades sexogenéricas en nuestra sociedad”.
NOSOTRAS QUISIMOS APORTAR QUE LA INJUSTICIA ES ESTRUCTURAL:
Para ser específicas, si vamos a «repartir bien la torta», que sea de tal manera que el 0,01, 0,1 y 1 % (los super-eneiquecidos, oligarcas y trasnacionales) del país dejen de concentrar cerca de la mitad de la riqueza del país.
Porque si los súper-enriquecidos, en 2013, concentraban la tercera parte de la riqueza en Chile; en 2023, 10 años más tarde, ya llegaban a concentrar casi la mitad de la riqueza.
Y no es cosa de que «mujeres y hombres pobres» ganemos salarios en equidad, pero sigan siendo de pobreza y saqueo.
Entendemos que las jubiladas sacamos la tercera parte de los 150 mil que sacan los hombres pobres. Pero no imaginamos llevar como política ganar esos mismos paupérrimos 150.000 (!!).
Qué desaparezcan las AFP y que las trabajadoras no seamos explotadas por patrones que se llevan todo el país.
Mucho mejor lo dijeron aquellos que propusieron “A Todos de acuerdo a sus necesidades”. Fueron los comunistas de antaño. Otros comunistas; unos que eran anarco-comunistas. Igualmente, ellos omitieron “y a Todas”.
Ya antes, en la Edad Media europea, en revueltas y levantamientos populares, habían gritado “Para Todos, Todo”, y los anarquistas en América Latina, lo tomaron, pero tampoco mencionaron a “Todas”, ni a los pueblos originarios despojados por las coronas europeas, y más tarde por los Estados republicanos y blanqueados.
Las primeras feministas anarquistas chilenas a fines del siglo XIX, que actuaron colectivamente, no tenían denuncias ni demandas individuales, si no revolucionarias.
Denunciaron a los curas y a la Biblia que obligaban a las mujeres a someterse.
Y denunciaron a los hombres de su clase que seguían “ocupados en hacer y deshacer constituciones” (tal como hoy), mientras no observaban con la misma suspicacia política:
“Que toda libertad será un fantasma mientras viva en esclavitud la mitad del género humano» (La Palanca, periódico feminista obrero, mensual, chile 1906).
Ellas tampoco dejaron de confrontar a “las burguesas y aburguesadas, que pretenden obtener derecho a voz y a voto y desean que la mujer intervenga en lo que llaman política» para “administrar libremente sus bienes”.
Bienes que las obreras con leyes y sin ellas, no se interesaban en administrar porque no los tenían, y porque no creían en la propiedad privada.
Lo que ellas buscaban era:
“Exigir se nos considere, como entidad integrante de un todo, también deseamos mejoramiento económico, pero no pretendemos que ese mejoramiento, quede encerrado dentro de una clase, ni dentro de las fronteras, sino que él se haga extensivo a todos los seres humanos que pueblan este planeta” (Verba Roja, periódico obrero, Valparaíso-Santiago, Primera Quincena de octubre 1922, N° 43, pag 2)
A 100 años de ellas, si vamos a hablar de igualdad, hablemos de devolución de las tierras saqueadas al pueblo mapuche en chile.
Lo estructural no ha cambiado.
Voto más, voto menos, los tiempos, los espacios, la autoridad, la justicia, el goce, la sexualidad y nuestros cuerpos no nos han sido devueltos, aunque cada día los recuperamos clandestinamente.
Tampoco la tierra y el territorio está en manos de las comunidades que los habitamos.
Y a raíz de esto, justo hoy existe una presa política mapuche, Claudia Nahuelan Llempi y varias presas políticas anarquistas y antiespecistas en Chile.
Esto es Violencia Estructural, una distribución patriarcal, capitalista en favor de las trasnacionales y las oligarquías de los territorios.
Distribución racista, sexista, heterosexual obligatoria y especista, de todo.
Tanto en el pre-capitalismo, el capitalismo, como en el escaso socialismo que queda. E igual en el post socialismo, que se convierte sorprendentemente rápido, sin asco -fingiendo demencia- al capital.
Me solicitaron, hablar de mi “experiencia como terapeuta en Violencia hacia la mujer, niñas y diversidades de mujeres y de cómo la sociedad debería dejar de ser silenciosa y cómplice”.
La sociedad chilena es cómplice, pero silenciosa, en nuestra experiencia, ya no tanto. Ahora declama muchísimo sobre “género” “equidad”, “empoderamiento”, pero aquello que nombran “enfoque de género” no aporta, si no se plantea crítico, antirracista y asumiendo que género y clase son inseparables.
La supremacía blanca, heterosexual, burguesa, masculinista, racista, territorial no han acabado, solo han maquillado -en algo- su rostro.
Mi experiencia de 33 años como feminista autónoma, comunicadora, terapeuta, escritora y activista, ha sido colectiva.
Actualmente y desde hace unos 8 años es en la colectiva LesboFeministas Antirracistas, Tierra y Territorio y la Red de Terapeutas Tierra y Territorio, y siendo parte de la Escuela de terapia feminista Casa Mundanas«.
( parte de la exposición en el Servicio de Salud Norte y el PRAIS, el viernes 8 de marzo en la mañana, victoria aldunate morales)