F A N Z I N E L É S B I C O
En este territorio las lesbianas existen y resisten, hay lesbianas: Mujeres, No binarias, Trans, Trabajadoras, Futbolistas, Hijas, Estudiantes, Viejas, Madres, Negras, Monstruas, Mapuche, Pobres, Gordas y Flaites.
En este territorio las lesbianas existen y resisten, hay lesbianas: Mujeres, No binarias, Trans, Trabajadoras, Futbolistas, Hijas, Estudiantes, Viejas, Madres, Negras, Monstruas, Mapuche, Pobres, Gordas y Flaites.
Tengo datos y memorias de que, en la década de los ochentas, por ejemplo, aquellas que sí recibían sueldos institucionales acusaban de enriquecerse a costa del movimiento a las que se movían desde la autonomía. Sin embargo, el paso del tiempo y la falta visible de esa riqueza de la que “acusaban” dejó de ser herramienta de descrédito.
Luego, usaron el prejuicio respecto a los padecimientos de la salud mental para tratar de ensuciar el aporte de otras mujeres. Por ejemplo, todavía, a mí me tocó que cuando conocí a una de mis maestras feministas de vida, una mujer adulta mayor, alguien que me vio cerca de ella, acudió a contarme, como se cuentan estos chismes –en voz baja- que tuviera cuidado, que mi maestra había estado en tratamiento psiquiátrico.
Visibilizar el lesbicidio de Ana nos convoca como lesbianas del territorio por las similitudes que compartimos con ella, somos de la misma clase, somos sureñas, amamos a otras mujeres y lesbianas, resistimos y existimos en Pto. Montt, una ciudad que acepta la naturalización de la violencia en nuestras vidas, que asume que tenemos que vivir con miedo por lo ofensivo que es la cultura lésbica para la heteronorma
si tenemos los mismos principios, perpetuamos las mismas lógicas, relativizamos la violencia estructural para conveniencia de un partido, identidad o individuo ¿cuál es el conflicto real que tenemos con el patriarcado?