Ser secundaria en el Barrio República (2005-2008)  

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Ya adolescentes, aprendíamos lo que era el miedo a la represión, la desconfianza a la autoridad y la necesidad de escondernos.

Esta necesidad no se hubiera desarrollado sin un contexto que la confirmara permanentemente. Muchas éramos conscientes de que, aún en democracia, vivíamos en un régimen autoritario que perseguía, encarcelaba y asesinaba pobladores, anarquistas, mapuche en el sur y militantes de organizaciones de izquierda, en todo el territorio…

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(Imagen: Blog del Proyecto Lemu)

Esconderse, agruparse y luchar: ser secundaria en el Barrio República (2005-2008)  

Ser secundaria entre 2005 y 2008; antes, durante y después de la Revolución Pingüina; estudiando además en las cercanías del Barrio República, significaba estar en permanente contacto con todo lo que el barrio –imagino- representa hasta hoy, esto es, las universidades, los edificios patrimoniales y los locales de comida rápida. La tranquilidad del barrio en un día hábil y la maraña de estudiantes escapando de los pacos en un día protesta; adentrándose en grupitos por las calles laterales, perdiéndose de vista en la profundidad de la ciudad sur de Santiago.

Estudiar en ese territorio, también significó estar en contacto con el movimiento okupa y sus idearios anarquistas a través de una multitud de actividades organizadas por las casas okupadas en la comuna de Santiago. La más cercana, en República #550, fue el Centro de Investigaciones Escénicas AKI, desalojado en 2009 por orden del SERVIU, en un operativo de carabineros que contaba con dos micros, personal de fuerza especial y el cercamiento de la avenida República. Dichas okupas operaron como lugares de refugio, educación y conversación para las estudiantes secundarias. Nos ampararon en momentos de represión policial y cuando necesitábamos un lugar seguro para organizarnos.

Del mismo modo, agruparse en la Remodelación República, para hacer una asamblea y organizar una movilización o elaborar una lista de demandas era común en esos años, lejos de las miradas escrutadoras de profesores y policías, lejos de la vigilancia institucional y el control coercitivo de la escuela. Al menos, eso creíamos… Vimos en esta remodelación, específicamente en la plataforma comercial ubicada a un costado de la calle Claudio Gay -un edificio semienterrado en la tierra, denominado “hoyo” por las vecinas-, un lugar protegido para nosotras. Ya adolescentes, aprendíamos lo que era el miedo a la represión, la desconfianza a la autoridad y la necesidad de escondernos.

Esta necesidad no se hubiera desarrollado sin un contexto que la confirmara permanentemente. Muchas éramos conscientes de que, aún en democracia, vivíamos en un régimen autoritario que perseguía, encarcelaba y asesinaba pobladores, anarquistas, mapuche en el sur y militantes de organizaciones de izquierda, en todo el territorio. No por nada el DC Luis Antonio Belisario Velasco, que proveyó apoyo a “la Oficina”[1], aún, cuando disputara el poder de sus exponentes, era ministro del interior y el encargado de conducir la represión contra las movilizaciones estudiantiles.        

Muchas de nosotras hacíamos nuestra la necesidad de luchar, organizándonos en torno a las problemáticas que –creíamos- nos atañían. En las inmediaciones de esa plataforma comercial, confluíamos en reuniones, estudiantes del liceo INSUCO 2 y del liceo Darío Salas. Creo que primaba el compañerismo, no la rivalidad. Se trataba de una instancia de encuentro y afinidad con los ideales compartidos y los problemas sentidos, aún con las especificidades propias de cada liceo.

Entre esos problemas que se compartían estaba la idea de la infraestructura carcelaria y siempre precaria de la institucionalidad escolar pública, las jornadas escolares extenuantes, la formación bancaria, la presión constante para rendir pruebas estandarizadas y los injustos costos del pasaje. Los cuestionamientos hacia la privatización de la educación como raíz de estos problemas eran transversales en el debate político. De hecho, se comprendía como una herencia de la dictadura que daba continuidad a su modelo económico, político y cultural, inclusive en la post dictadura.

Por estas razones, en 2006, exigimos la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), que consagraba el derecho de los empresarios a la “libertad educacional“ y también la derogación del decreto 524, que permitía a los directivos de establecimientos disolver la organización estudiantil. Así mismo, demandamos el fin de la municipalización de la enseñanza, el estudio y la reformulación de la Jornada Escolar Completa (JEC), la gratuidad de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), del pase escolar y de la tarifa escolar para la educación media, entre otras demandas que solo fueron respondidas de manera incompleta por el gobierno de Michelle Bachelet.

En la época a la que refiere este relato, no estaba al tanto de la historia política del barrio República, ni de la relevancia del conocido “Triangulo de las Bermudas” en la organización sistemática del exterminio durante la dictadura militar[2]. Sin embargo, las secundarias, conocíamos la represión en carne propia. La vivimos cada vez que osamos cuestionar el modelo y luchar contra la neoliberalización de la educación; cada vez que efectuamos una toma o marchamos por la Alameda, todas las veces que nos llevaron detenidas a la Primera o la Tercera Comisaría de Santiago, toda vez que carabineros nos arrastró por la calle o nos golpeó en el suelo y cada vez que amenazaron, suspendieron o expulsaron a una compañera por promover la movilización, enfrentar la represión o tirarle un jarro de agua a la ministra de educación.

Leonor Benítez Aldunate, ex estudiante del Liceo Darío E. Salas, integrante de la Comunidad Casa Mundanas, activista territorial de Independencia y antropóloga social.

(imagen Revista Hiedra)

Bibliografía

  • Bustamante, J. & Ramírez, A. (s.f.) Casa República 550. Revisión histórica, materialidades, memorias y proyectos [Documento consolidado de investigación]. FONDECYT N°1180352.
  • Aldunate, V. (2022, marzo). Prisión política de Flora Pavez Tobar: CASTIGO POR DECIRLES NO A LOS PRECURSORES DEL «NO» (2007). Puntada con hilo.
  • Lista de compañeros asesinados en democracia. (s. f.). La Peste.org.
  • Pueblo Mapuche. 15 mapuches asesinados en los gobiernos de la Concertación y la derecha. (2018, noviembre 15). La Izquierda diario
  • Riffo, N. (2020). Seguridad ciudadana, neoliberalismo y transición a la democracia en Chile: El caso de la «Oficina» en la política antiterrorista del gobierno de Patricio Aylwin 1991-1993. Universidad de Arte y Ciencias Sociales.
  • Movimiento Estudiantil. Revolución Pinguina: ¿Por qué luchábamos y cómo nos organizábamos en el 2006 los secundarios? (2020, marzo 14). La Izquierda Diario.
  • Silva, B. (2007). La “Revolución Pingüina” y el cambio cultural en Chile.
  • Recinto CNI – Avenida República 517. (s. f.) Memoria Viva.com.

[1] Organismo de inteligencia creado por el gobierno de Patricio Aylwin para desarticular a los grupos críticos al pacto transicional. A través de él, el gobierno pretendía recuperar la legitimidad perdida por las acciones políticas armadas tras el asesinato del senador Jaime Guzmán, las cuales colocaron en tela de juicio la capacidad y la autoridad del gobierno para mantener “el orden” y “la cohesión social” en el país. Así “los temas que históricamente habían sido propios de los defensores de la estabilidad pinochetista pasaban a ser la responsabilidad del ejecutivo democrático. Aquí se rompió con los que no asumían plenamente el orden constitucional vigente. Terminaba la zona gris donde la institucionalidad era discutida en su legitimidad” (Otano, en Riffo 2020).

[2] El llamado “Triángulo de las Bermudas” describe el área ubicada entre República #517, esquina Toesca, donde funcionaban el Cuartel General y las oficinas centrales de la Central Nacional de Informaciones (CNI) y las dependencias ubicadas en el edificio de enfrente, por el costado poniente de la calle República, destinadas a las Relaciones Públicas de este mismo organismo de inteligencia durante la dictadura militar. Al parecer cinco edificaciones de este barrio eran parte de los cuarteles de la CNI en esta época, lo cual otorgaba a la zona una reputación macabra (Memoria Viva).  

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