Narrativas de vecinas y vecinos de la población Juan Antonio Ríos (María Sol Anigstein Vidal, Leonor Benítez Aldunate, Loreto Wtkins Montenegro)

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Desde una mirada autocrítica y que acoge la incertidumbre, los tiempos y caminos de las personas que fueron involucrándose en el proyecto, el planteamiento original que se realizó a la comunidad sobre el grupo motor, proponía un protagonismo y autonomía mayor que el que pudo desarrollar en efecto. No obstante, fue desde este grupo y con el trabajo realizado con la comunidad y las decisiones tomadas en conjunto, que se llevó a cabo el proceso que vemos plasmado en este libro.

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Tramar y reparar los cuidados comunitarios.

Narrativas de vecinas y vecinos de la población Juan Antonio Ríos en el Chile neoliberal.

«yo hice como una huelga en mi casa, porque claro, son puros hombres, acostumbrados a que una siempre esté haciendo cosas. Pero te das cuenta que hay cosas que no tienes que hacer tú, pero si las dejas de hacer, ¡nadie más las hace! Y tienes que estar «oye, recoge la mesa», «barre», «haz esto». O que, de repente, si tú estás haciendo mil cosas, si hay otra mujer te dice «oye, te ayudo», pero si hay puros hombres no. Eso me hizo darme cuenta –porque eran cosas que no estaban tan patentes para mí, al menos. Pero cuando están todos en la casa tú piensas «chuta, no po’, ¿por qué solo yo?», si somos todos. Está mal la construcción social en que se le asigna todo ese trabajo extra a la mujer, y con cero valoración. Eso me pegó bien fuerte. Darme cuenta que pensamos que avanzamos, pero en realidad no. Hubo varias conversaciones al respecto, y mi esposo hasta me dijo que es verdad que yo me llevaba las tareas. Pero «¡igual seguís sentado mientras yo preparo el almuerzo!». (Capítulo Uno Bárbara, diciembre 2021)

«Siento que mis hijos no reconocen que los he cuidado

.»..De repente mis hijos me juzgan por las cosas que les han pasado. Felipe me juzga, me dice que yo lo abandoné, que yo no me preocupé de él. Él se fue de la casa. Yo era la peor mamá del mundo, yo estaba por el suelo. A mí me trató muy mal mi hijo, me dijo que era por mi culpa porque yo lo había abandonado, lo dejaba con gente extraña. Pero yo les explico, ¡el problema era que yo tenía que trabajar! Su papá no trabajaba, estaba sin pega en ese tiempo, yo era la única que trabajaba en la casa. ¡Y trabajaba por ellos! Además, la enfermedad de él era muy cara. Porque yo tenía FONASA D, era demasiado cara. Y yo tenía que trabajar pa’ pagarle los estudios a él, pa’ pagarle los estudios a la Catalina, pa’ pagarle los estudios a mi hijo mayor que estaba en la universidad. ¡Tenía que trabajar! Sino íbamos a ser indigentes po’. Si mi esposo no encontraba trabajo. Ellos no reconocen. Yo no sé si algún día lo irán a reconocer. Mi hija también se puso del lado del Felipe, también dijo que yo la había dejado botada. Y eso fue verdad. Yo estuve un año aquí en Santiago con Felipe cuando a él lo tuvieron que operar con un trasplante de glándulas en la carita. Y yo tuve que estar un año acá con mi hijo sola, y mi hija se quedó en Conce con su papá. Y después del año, cuando el médico dijo que había que seguir haciéndole tratamientos recurrentemente, a mí me salía más barato quedarme en Santiago que estar yendo y viniendo. Y ahí busqué trabajo, estuve trabajando en una empresa 16 años, y ya después me traje a la Catalina, y nos quedamos los tres acá…» (Capítulo Dos Alejandra, mayo 2022)

INTRODUCCIÓN

MARÍA SOL ANIGSTEIN, LEONOR BENÍTEZ, LORETO WATKINS

Es ampliamente conocido que la revuelta social de octubre de 2019 marcó un hito en la historia política de nuestro país. Lo que no se dice tanto es que las poblaciones y barrios del territorio en las distintas regiones, vivieron este suceso de manera particular. Caracterizados por una fuerte memoria de lucha social, muchos espacios barriales encarnaron el resurgimiento de su propio malestar colectivo y voluntad de transformación política a través de acciones de autoorganización, protesta y conmemoración con un sentido descentralizador y situado en espacios cotidianos de encuentro de pobladores y pobladoras.

En todo el país se formaron asambleas territoriales que buscaron dar cauce al descontento, enarbolando demandas para cambiar el sistema social, económico y político. Al mismo tiempo, gran parte de estas asambleas inició un proceso de reconstrucción del tejido comunitario con perspectiva emancipadora, es decir, de manera autónoma a la política partidista y con vocación de solucionar problemas concretos y cotidianos de manera colectiva. En la comuna de Independencia, la Asamblea Juan Antonio Ríos se distinguió por dar continuidad a ese proceso de reconstrucción y tener una visión de futuro, aún con la llegada de la pandemia en marzo de 2020. En esta línea, se formaron comisiones de abastecimiento y salud que repartieron cajas de alimentos, pañales y medicamentos a personas de la población, también se levantaron espacios de tele atención y atención médica, además de apoyar a diversas organizaciones sociales que cumplían labores en la población, como la olla común 22 y la Coordinadora de Mujeres de Independencia, iniciativas que fueron transformándose y, en algunos casos, adquiriendo sostenibilidad a lo largo del tiempo.

Esto no fue fortuito, ocurrió en una población con fuerte identidad y memoria de organización social al igual que muchas otras poblaciones de nuestro país. Según Francisca Márquez (Programa Quiero Mi Barrio, 2010), la población Juan Antonio Ríos fue fundada en 1945 mediante la Caja de Habitación Popular[1] y reunió en sus inicios a obreros/as de la emergente industria de la zona, los que lograron organizar su vida cotidiana en torno a un proyecto común, en tiempos donde la efervescencia social hacía posible soñar con una sociedad más justa. Aunque el gobierno militar trajo sufrimiento, hambre y cesantía a su gente, en los años ochenta, esta población se organizó y movilizó para terminar con la dictadura. Luego, la llegada de la democracia neoliberal trajo consigo una desarticulación de la vida comunitaria como se conocía hasta ese momento, instalando una ideología basada en el mercado como el principal organizador de la sociedad y la vida cotidiana (Lechner, 1998; 2006), la naturalización de la desigualdad, la precarización de la existencia (Garretón, 2012) y la introducción de las drogas en las poblaciones. Sin embargo, los relatos de sus vecinos/as todavía hablan de una colectividad “que no deja de preguntarse por su futuro” (Programa Quiero Mi Barrio, 2010, p. 7) transformarse, identificarse y significar la vida cotidiana, lo que quedó retratado en la conformación de una asamblea territorial en octubre de 2019 que se mantiene en pandemia y hasta hoy.

En ese marco, se origina la relación con académicas de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, ubicada también en la comuna de Independencia, desde una lógica organizativa donde la cercanía territorial facilita la generación de alianzas con pertinencia política. Así, mediante la iniciativa “Apoyemos Independencia” se articulan grupos de voluntarios/as, estudiantes, académicos/as y funcionarios/as de dicha escuela, organizados colaborativamente con las asambleas de la comuna para prestarles apoyo en sus labores de asistencia. Desde ahí en adelante, esta relación se fortaleció, generando espacios de reflexión y acción orientados hacia una mirada crítica de la salud que considera la memoria y autoorganización de los territorios como elemento clave de las acciones curativas, preventivas, promocionales, comunicacionales, de cuidado y de exigibilidad de derechos.

En esa línea, se desarrollan diversas iniciativas, cuya característica distintiva es contar con equipos que están conformados por personas de la universidad, de las asambleas y otras organizaciones sociales de la comuna.  Consideramos entre ellas el curso de la Escuela de Verano “Salud comunitaria crítica: Experiencias de Salud desde los territorios en resistencia” en 2021, el proyecto Valentín Letelier “Ruta de memoria y reparación de los DD.HH. en Independencia” en 2020-2021, y el proyecto U-Inicia “Cuidado, autocuidado y autoatención en salud en contextos de crisis social y sanitaria (COVID-19). Aproximaciones desde la antropología de la salud” en 2021-2022. En el marco de este último proyecto se impulsó la creación de los relatos de cuidado que presentaremos a continuación.

Con dicho proceso se buscó satisfacer la demanda planteada por la Asamblea de la población Juan Antonio Ríos con respecto a la necesidad de una investigación que no usurpe el conocimiento de las comunidades, sino, más bien, que se comprometa con ellas y aporte a su reflexión crítica y acción transformadora.

La demanda planteada por la asamblea llevó a pensar a las mismas asambleístas, por un lado, y a las académicas de la ESP, por el otro, en el diseño metodológico del proyecto como un camino compartido entre vecinas y vecinos (con y sin formación académica) y académicas (vecinas de otros barrios), de participación en todo el proceso, tanto de su diseño como de la construcción de resultados. Más aún, en el equipo de investigación se incluyó a dos participantes de la asamblea y sus comisiones. Es decir, se partió desde la base de que el conocimiento se crearía a partir de un trabajo conjunto entre las personas de la población y la universidad.

En ese sentido, el objetivo del trabajo no tardó en transformarse críticamente a propósito de la reflexión conjunta. Es así como un trabajo de investigación que originalmente se planteó con un objetivo descriptivo, de caracterizar los repertorios de cuidado de las vecinas/os en la población, redirigió su intención hacia fortalecer el posicionamiento político de las personas, respecto de las acciones de cuidados que realizaban en sus cotidianos.

En ese proceso, la conceptualización del equipo de investigación fue profundizando en aquellos elementos comprendidos como importantes por los/as vecinos/as para incorporar una mirada de los cuidados situada en los sentidos comunes del territorio. De este modo, la mirada inicial de los cuidados como trabajos de reproducción y sostenibilidad de la vida, y cuya dimensión colectiva y autónoma se sintetizaba en la idea de autoatención en salud, se fue complejizando en la medida en que los encuentros con pobladores exigieron ubicarla en marcos de reflexión propios. De esa forma comienza a destacarse la distinción entre lo doméstico/familiar y lo comunitario como ámbitos interrelacionados de los cuidados que abarcan distintos ámbitos, los cuales trascienden a la salud como eje articulador, abarcando todas las prácticas comunitarias y autogestionadas de sobrevivencia, organización y conmemoración política. Sobre esa base, el equipo investigativo plantea los cuidados comunitarios como eje colectivo de su conceptualización, definiéndolo como aquellas acciones y prácticas que permiten a las personas existir y organizarse de maneras colectivas con un sentido político a partir de las miradas de Vega y Gutiérrez (2014), y Vega, Martínez y Paredes (2018). 

Las Producciones Narrativas (PN) fueron el medio central para lograr ese giro, pues permitieron ir tejiendo las acciones y vivencias de cuidados, protagonizadas por pobladores/as, con una teoría crítica que relevó dichas experiencias en el campo teórico político.  Las PN “consisten en la textualización de una narrativa a partir de encuentros de discusión e interpelación entre investigador/a y participante/s en torno al fenómeno social estudiado, valorando la experiencia de la/s participante/s en el mismo” (Troncoso Pérez et al., 2017, p. 21). Todo ello desde una mirada encarnada de los saberes y la narración en primera persona donde se buscó construir perspectivas colectivas de las participantes y las investigadoras. Sin embargo, los relatos aquí presentados no siempre representan las posiciones de las investigadoras, ya que se priorizó respetar las opiniones de las participantes.

Este proceso se fue gestando a lo largo de casi un año de iniciado el trabajo conjunto, con una serie de reuniones en la Junta de Vecinos N° 12, en las que se articuló una propuesta de  grupo motor, conformado por académicas de la ESP y vecinas/os que buscó movilizar la participación de sectores más amplios de la población en los procesos de reflexión colectiva.

Desde una mirada autocrítica y que acoge la incertidumbre, los tiempos y caminos de las personas que fueron involucrándose en el proyecto, el planteamiento original que se realizó a la comunidad sobre el grupo motor, proponía un protagonismo y autonomía mayor que el que pudo desarrollar en efecto. No obstante, fue desde este grupo y con el trabajo realizado con la comunidad y las decisiones tomadas en conjunto, que se llevó a cabo el proceso que vemos plasmado en este libro.

Fue a partir de allí, que se definió colectivamente quienes participarían de las producciones narrativas y se realizó un proceso de análisis colectivo una vez finalizadas, identificando códigos emergentes en los escritos, que permitieron al equipo investigador ahondar en un análisis encarnado de los cuidados comunitarios en la población Juan Antonio Ríos.

​​El análisis participativo se llevó a cabo el día miércoles 3 de agosto de 2022 en la sala de la Junta de Vecinos N° 12. Durante esa jornada, asistieron las personas protagonistas de las PN, además de participantes del grupo motor del proyecto. Los y las participantes contaron brevemente qué asuntos abarcaron durante sus relatos, y además escogieron los temas principales que deseaban analizar, cuestionar y posicionar en el proyecto. 

Durante el análisis participativo, se acordaron colectivamente seis grandes temas principales que problematizan las PN, entre ellos, los costos de cuidar, cómo se debiese cuidar a las cuidadoras, el valor de lo comunitario, el rol del Estado, el vínculo de los cuidados y la masculinidad, y la necesidad de una comunidad organizada. Estos ejes son los que permitieron ordenar las producciones de manera de generar un orden amable y comprensible.

Independencia, 2022


[1] Se trata de una agencia pública con amplias atribuciones técnico-administrativas, creada en nuestro país el año 1936 y destinada a la edificación de nuevas viviendas y a la normalización del acceso al suelo, a través de la “compraventa de sitios”. Esto, en el marco de las políticas de vivienda popular que buscaba desarrollar el Estado chileno para resolver el problema social y habitacional en los años treinta (Hidalgo Dattwyler, 2000).

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