Femicidio de Javiera Neira Oportus 19 de diciembre

Javiera Neira Oportus de 6 años solamente, hija de Claudia Neira, fue asesinada por su padre biológico Alfredo Cabrera Opazo. Este femicida lanzó a Javiera lanzándola desde un séptimo piso el día 19 de diciembre de 2005, cuando la niña intentó defender a su madre, Claudia, de la agresión de su padre. El acompañamiento de diversas colectivas feministas autónomas, entre ellas «Memoria Feminista feministas autónomas», fue marcó un periodo político feminista autónomo en la calle y sin permiso de denuncia del femicidio.

Entrevista a Patsili Toledo Vásquez, abogada feminista “La mujer busca protección y el Estado no cumple”(27 de Enero de 2011)

Es importante subrayar que quienes ejercen violencia machista, así como quienes cometen delitos económicos o delitos sexuales, son personas que en su mayoría no "parecen" delincuentes (en el sentido clasista de la mirada cultural). Se salen del "estereotipo" del "antisocial", que es el "delincuente común". Justamente este fenómeno complica a los operadores del sistema penal y a la sociedad en su conjunto. Los agresores de mujeres son personas que tienen muy (¡demasiado!) internalizadas las normas sociales, por ejemplo, la norma -no jurídica- de subordinación de las mujeres donde las mujeres “deben someterse” y si no lo hacen, se les “puede” agredir.

Entrevista a Claudia Neira Oportus, sobreviviente y feminista: TODAS SOMOS ELLA…(25 de junio de 2007)

En el verano de 2005 había sucedido la separación definitiva de Claudia del agresor y en octubre él la había llamado telefónicamente amenazándola, por lo que ella había interpuesto una denuncia por violencia intrafamiliar. Antes de eso, Javiera ya había mostrado los primeros indicios de estar creciendo, “pensando por sí misma”, se había comenzado a molestar con las actitudes de su padre, había empezado, según cuenta Claudia, a ser “muy ella”.
El fatídico 19 de diciembre el femicida sacó a Javiera del auto de su madre violentamente, se dio el tiempo de llevarla en ascensor a su departamento, de abrir la puerta a Claudia, agredirla, de tomar a la niña y lanzarla… y como si eso fuera poco, luego de consumar su crimen, llamó a la madre de Claudia para anunciarle: ¡maté a la Javiera!

El 19 de diciembre no es una historia privada (diciembre de 2018)

Éramos mujeres raras que no hablábamos rogando, y que gritábamos que no sólo los agresores, sino los medios, los jueces y los gobiernos, nos violentan. No éramos artistas e interveníamos el descampado del Mall de la Justicia santiaguina y las calles céntricas con acciones como novias ensangrentadas -o sea violentadas por el matrimonio-, con la escultura de una mujer construida con los rostros de las detenidas desaparecidas y las ejecutadas políticas de la Dictadura, con unos ovarios de esponja estrangulados por un rosario y una cruz. Vestidas de negro, con lienzos morados que decían “La Violencia contra las Mujeres viola los Derechos de las Humanas”, “Alfredo Cabrera Opazo no estás loco, eres un femicida”… No explicábamos el “fenómeno psicológico” de los agresores para comprenderlos. No éramos “expertas” y confrontábamos al SERNAM y su ley “VIF”. Y podíamos hacer todo esto porque estábamos hablando acerca de nosotras mismas, pero no era un relato privado y particular, por eso subrayábamos “somos autónomas de todos los partidos políticos, de todas las instituciones privadas y públicas, de todas las ONGs, del Estado y de cualquier gobierno”. Algunos periodistas destacaban en sus notas: “con lienzos artesanales un grupo de mujeres feministas…”.

El 19 de diciembre: historia feminista territorial (escrito en 2018, editado 2021)

No habíamos descubierto la pólvora, el feminismo nos había mostrado formas de llamar lo que sabíamos que vivíamos, y que habíamos observado que habían vivido nuestras madres y abuelas. Y esta experiencia de dolor nos entregaba claves a nombrar y renombrar desde la experiencia histórica del territorio que habitábamos. La fuerza mayor de este proceso político feminista que hacíamos en torno a la rabia, la pena, el llanto por Javiera, parece haberse situado en la capacidad de convocar en la calle, estos sentimientos feministas en otras mujeres, que como nosotras trabajaban, compraban y transitaban por la ciudad. Nuestras acciones las mantenían observando, preguntando, interactuando, uniéndose a veces a nuestras acciones, anotando nuestras señas y llamándonos luego. n la calle y sin permiso, era una de las consignas principales de la colectiva Memoria Feminista feministas autónomas, desde la que decidimos desde los primeros días, acompañar a Claudia Neira en la denuncia política.