Vista a la nulidad del juicio sobre el asesinato de Emilia Bau o acerca de la ampliación de las luchas disidentes sexuales.

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Emilia representa la ampliación de esas luchas, pues deja a la vista la conexión que están teniendo diversos grupos disidentes con la naturaleza y con el desmontaje del orden que la pone como un recurso de explotación sin medida. Asimismo Emilia evidencia que la articulación de luchas complejas son posibles. Lo decimos, porque los encuentros entre personas trans y mapuche, entre distintas comunidades, no son algo sencillo.

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X Toli Hernández/Lastres Abisales

Emilia Bau activista trans fue asesinada el 16 de febrero del año 2021 en Panguipulli. Cuando señalamos que es activista trans emerge la esperanza, porque al señalar este activismo, por lo general, los imaginarios convencionales lo vincularán a las legítimas luchas por identidad de género, como el cupo laboral, la mejora de la Ley de identidad de género y la ausencia de niñeces trans en esta ley en Chile, entre otras. Sin embargo, Emilia representa la ampliación de esas luchas, porque su legado apunta a la importancia del cuidado y la defensa territorial. Si lo decimos de otra manera, Emilia pone en cuestión nuestra lealtad con el orden colonizador. Esto no es trivial, pues si los territorios siguen siendo devastados no habrá planeta para ejercer las conquistas que en el marco de los derechos han logrado diversos grupos como las colectividades trans.

Lo anterior marca la importancia del legado de Emilia que se vincula a las nuevas formas en que los territorios y las comunidades están resistiendo la desintegración comunitaria ejercidas por “nuevas” formas de colonialismo en Chile. Nos referimos a la de los condominios de lujo que se instalan preservando la lógica usurpacionista colonial. Es el caso del condominio de lujo Riñimapu que se instaló  en el borde del lago Riñihue sin respeto por los lugares sagrados que existen en este territorio lo que es una práctica que moviliza discursos de desarrollo y progreso que solo alcanzan para algunes, naturalizando la imposición de la lógica capitalista de privatización de los recursos.  Por lo mismo y entre otras cosas fue objeto de un cierre dirigido a impedir que las personas tuvieran libre acceso a él, cuestión que vale recordar, está prohibido por ley.

El racismo que subyace a lo anterior justifica los constantes amedrentamientos que llegaron a un punto cúlmine de estas “nuevas” formas de violencia racista con el asesinato de Emilia. Diez días antes, de hecho, los dueños del condominio contrataron a un grupo de personas con funciones de jardineros. Sus herramientas no fueron mangueras, aspersores, tijeras. No. Fueron armas. Con una de ellas -que nunca apareció en el transcurso de la investigación por los fallos de la justicia- asesinaron a Emilia. Vale señalar que algunos de esos “jardineros” tenían antecedentes penales lo que en consecuencia desmonta su rol de jardineros para dejar a la vista que hacen parte del sicariato inmobiliario que es contratado para desalentar violentamente a cualquier persona y comunidad que se contraponga a los mandatos gananciales privatistas.

 
Sin profundizar en el asesinato de Emilia, que sigue con nosotrxs, destacamos que el juicio desarrollado durante enero del 2023 dejó a la vista -siguiendo a su madre Denise Obrecht- el racismo transodiante de todxs lxs participantes. Transodiante, porque el racismo es transfóbico y la transfobia es racista. De hecho, Emilia -de acuerdo con su madre- fue objeto de sus discursos y prácticas de odio. Los discursos a veces aparecen naturalizados, sin embargo, destacamos que las prácticas detonaron que Emilia en cuerpo hoy ya no esté. Lo decimos, porque la bala asesina se dirigió directo a ella. No fue una bala al aire, detonada en un forcejeo. Fue una bala directa a su cuerpo trans que en ese instante se encontraba acompañade de otras personas, también defensoras y cuidadoras del territorio que demandaban el respeto por los acuerdos en torno a no expulsar del lugar a personas mapuche y no mapuche que ese día habían sido permanentemente hostigadas. ¿Por qué a ella? Esa es la pregunta que emerge. Por el transodio racista del neoliberalismo inmobiliario, respondemos.  

Estas cuestiones no hacen parte de las ponderaciones de la justicia que también es racista. Basta pensar como en el transcurso del juicio se circularon aseveraciones – “que asociaban el fuego que hacían las personas mapuche para cocinar a una idea terrorista de los mismxs”- señala Denise. Esto servía también para menoscabar el legítimo derecho a manifestarse, porque, de hecho mostraron “una marcha en el 2020, en donde hicieron corte de una carretera, pero el lugar no era muy visitado. La gente está con letreros, con banderas. No había nada violento, nada terrorífico, de violencia (…) Es una manifestacion de personas con pancartas, pero como es una recuperación la ponen como algo muy violento”- describe Denise. Lo indicado explica que esta justicia capitalista haya condenado con 16 años de cárcel a Francisco Jara Jarpa, autor material del asesinato, sin considerar la alevosía y que se desestimaran las pruebas presentadas en contra de otros seis implicadxs, entre ellxs, al instigador y encubridor.


Esto último detonó que la búsqueda de justicia solicitara anular el juicio. Dicha vista de la anulación será revisada este 8 de marzo[1]. Esta es una fecha emblemática y más emblemática aún, porque marca nuevos y esperanzadores caminos para las luchas disidentes sexuales. Como dijimos, Emilia representa la ampliación de esas luchas, pues deja a la vista la conexión que están teniendo diversos grupos disidentes con la naturaleza y con el desmontaje del orden que la pone como un recurso de explotación sin medida. Asimismo Emilia evidencia que la articulación de luchas complejas son posibles. Lo decimos, porque los encuentros entre personas trans y mapuche, entre distintas comunidades, no son algo sencillo. Por lo mismo su lucha, pese a lo ocurrido se escribe y se cuenta con esperanza, porque su legado escribe en nuestro horizontes que juntes somos más para escribir con términos contrahegemónicos la re-existencia a la que aspiran nuestras resistencias.


[1] El veredicto fue dado a conocer el 17 de marzo y no hubo cambio alguno.

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